El acordeón
Al comienzo de la novela, el acordeón simboliza la esperanza y la seguridad. Y cuando Liesel les lee a los residentes de la Calle Himmel durante los bombardeos, siente que de algún modo está dándoles lo mismo que recibe de Hans cuando este toca el acordeón: distracción, bienestar y seguridad.
Para Hans, el acordeón simboliza al hombre que se lo regaló, al hombre que salvó su vida. Este hombre es Erik Vandenburg, el padre de Max. Para Max, el acordeón simboliza la posibilidad de sobrevivir al Holocausto. Es su conexión con Hans Hubermann, el hombre que está dispuesto a arriesgar su vida para salvarlo.
Cuando Hans parte a Essen, olvida su instrumento. Para Rosa, en particular, el acordeón simboliza a Hans. Cuando Liesel ve a Rosa dormir con el acordeón atado al pecho cada noche, se da cuenta de cuánto significa Hans para su madre adoptiva.
Y cuando encuentra el acordeón entre los escombros de la calle Himmel tras la muerte de Hans, el instrumento se convierte en un símbolo de gran pérdida que guarda una buena parte de la historia de la joven en su interior. Esto es otro símbolo de la novela: la idea de que la literatura, la música y otras artes pueden actuar como sostén en épocas de gran sufrimiento.