El molino de viento

El molino de viento

En cajita feliz

El molino de viento representa la decisión en cuanto a si se debe expandir el comunismo.

En comilona con sobremesa

A principios de 1920, Lenin se empezó a enfermar, de una enfermedad terminal. Así que cierto partido comunista que ya sabemos iba a necesitar un líder.

Entran en escena Iósif Stalin (Napoleón) y León Trotsky (Snowball), agitando las manos y gritando a toda voz "¡Yo!", "¡yo!"

Una de las diferencias fundamentales entre los dos (aparte de que puede que uno de ellos haya sido un dictador psicópata) es que Trotsky quería extender la revolución a otros países, mientras que Stalin quería resguardarse y consolidar su poder. Pero solo Stalin poseía el poder necesario para hacer realidad su visión: era el Secretario General del Partido Comunista, así que logró convencer a la gente de que apoyara su campaña contra Trotsky. Tras la muerte de Lenin, Trotsky fue exiliado. Y para 1928, Rusia le pertenecía a Stalin.

En Rebelión en la granja, todo este rollo se representa en la discusión por el molino de viento. Snowball quiere construirlo, pero Napoleón (Stalin) detesta tanto la idea que "hizo aguas menores sobre los planos y se alejó sin decir palabra" y "toda la granja estaba muy dividida en el asunto del molino de viento" (5.10, 11).

¿Y qué tiene que ver un molino de viento? Que desde que se escribió Don Quijote (1605), en la literatura los molinos representan los sueños imposibles. Orwell habrá sido socialista, pero al parecer no tenía muchas esperanzas de que se hiciera realidad la visión de Marx.