Como agua para chocolate
Como agua para chocolate
En pocas palabras
¿Qué logras al mezclar la Revolución Mexicana, el feminismo, drama familiar, adulterio, amores secretos y prohibidos, realismo mágico, bebés mulatos y recetas suculentamente afrodisíacas? Una novela compleja y ardiente de la guionista devenida en novelista Laura Esquivel.
Las raíces biológicas y culinarias de la Srta. Esquivel son, sin duda, mexicanas. Como agua para chocolate se publicó originalmente en 1990 en español y más tarde fue llevada al cine, se tradujo al inglés y se convirtió en un best-seller nacional. Ya sabemos cuánto les gustan a los estadounidenses los libros que se transforman en películas (Orgullo y prejuicio, Twilight, Guía del viajero intergaláctico, etc.) y tenemos el presentimiento de que las escenas sensuales ardientes atrajeron a una gran cantidad de lectores y espectadores.
Pero, oye, no todo es cuestión de sexo. Solo un 90%. (Estamos bromeando.) En serio, hay muchos asuntos más profundos que subyacen tras la comida sabrosa y los romances hot. La familia De la Garza no tiene nada de unida ni de cariñosa. Fíjate en Mamá Elena, la matriarca y dueña de la hacienda. Ella es más dictadora que madre, y el maltrato físico y psicólogo que ejerce sobre su hija menor, Tita, nos hace golpearnos la cabeza y decir qué pena.
Además, está esto de que los hombres son unos machistas. Como Pedro, que se casa con la hermana menor, Rosaura, de la que él quisiera que fuese su amante (Tita), o el soldado rebelde, Juan, quien literalmente levanta y se lleva a la hija del medio, Gertrudis, y hace lo que se le da la gana con ella porque, sabes, ella lo necesita. Y eso es simplemente la punta del témpano mexicano.
Gente, este no es un simple libro de recetas, romances o medicamentos caseros. Es la historia del paso de niña a mujer de Tita, una joven con talento culinario que anhela escaparse de las estrictas reglas de su madre y un salvaje relato de México en el cual casi todas las páginas exudan bocadillos sabrosos de aflicción, drama, cuentos de hadas y mitología. Apostamos a que hay de todo para todos en este libro, así que agárrate un poco de mole de chocolate, unos totopos y prepárate para una aventura.
¿Y a mí qué?
Como muchas de las cadenas televisivas de hoy en día descubrieron, a la gente le gusta muchísimo la comida. Piénsalo: ¿por qué los programas como Top Chef, Chopped, Iron Chef, Cake Boss y otros de ese tipo atraen a tanta audiencia? Porque a nosotros, como a ti, nos gusta todo lo que tenga que ver con la comida. Nos gusta comer, leer, ver, hablar y jugar con la comida. Al mejor estilo Julia Child, Laura Esquivel accede a las cosas que todos los seres humanos tenemos en común, la necesidad de comer y el deseo de compartir.
Lo que estamos tratando de decir es que, en este libro, como en la vida, la comida no es simplemente comida. Es, y siempre será, como mínimo, un medio de supervivencia y, en el mejor de los casos, inspiración, un medio de comunicación, una forma de transmitir las tradiciones y la historia de una cultura o de una familia. Piensa en la última cena. Piensa en el Día de Acción de Gracias. Piensa en el Día de Reyes.
La comida; es lo que hay para cenar, pero también lo que hace que personas con historias y antecedentes muy distintos compartan una misma mesa. Es lo que te hace cerrar los ojos, reclinarte, acariciarte el estómago y decir mmmm. Puede provocar peleas, encender el deseo de la gente. Puede llevar a la violencia, enfermarnos, llevarnos al delirio. Puede traer a la memoria recuerdos tristes o crear nuevos que nunca olvidaremos.
Para Tita, es toda su vida. Nacida y criada en la cocina, aprende a expresarse al cocinar y es tanto la que provee como el sostén. Sus habilidades son tan increíbles que sus tentempiés pueden hacer que Mamá E, corazón de piedra, llore y una multitud de invitados a la boda se lancen los unos sobre los otros con deseo. En efecto, a pesar de estar atrapada en la hacienda, Tita demuestra ser una sobreviviente.
Frase Clave
"Señor, no es por vicio ni por fornicio sino por dar un hijo a tu servicio."