El corazón de las tinieblas
El corazón de las tinieblas
En pocas palabras
Nadie mejor que el propio Joseph Conrad para explicarnos de qué trata su obra El corazón de las tinieblas:
"Una historia salvaje sobre un periodista que se convierte en jefe de una estación en el corazón del continente africano, y acaba siendo idolatrado por una tribu de salvajes. Así descrito, parece que la temática sea cómica, pero no lo es" (fuente).
Estamos de acuerdo, esta novela es de todo menos cómica. Ambientada en el centro de África, y basada en las propias vivencias de Conrad como capitán de un barco de vapor belga, El corazón de las tinieblas no es la emocionante historia de aventuras que podría ser. Es menos Indiana Jones y los traficantes de marfil, y más… relato de terror psicológico. En febrero de 1899, los lectores de Blackwood's Magazine, una revista con aires de grandeza del estilo del The New Yorker, leyeron la primera de las tres entregas de las que constaba el relato.
Conrad es uno de los escritores de habla inglesa más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX. Lo mejor de todo: el inglés no era su lengua materna. Conrad era polaco, y no aprendió a hablar inglés hasta los veintitantos, después de haber estudiado francés. (Piensa en eso la próxima vez que te quejes por tener que escribir una redacción). Sus obras exploran los sórdidos entresijos del imperialismo, los intentos de los países europeos en el siglo XIX por mantener bajo vigilancia naciones remotas.
El corazón de las tinieblas se desarrolla en la época posterior al reparto de África, el período de finales del siglo XIX durante el que distintos poderes imperiales trocearon y se repartieron África como si se tratara de un pastel de cumpleaños especialmente delicioso (cobertura de marfil incluida). Ningún país occidental sale bien parado de esta debacle, pero, desafortunadamente para Bélgica, este país es el que peor imagen da. Estaban tras la busca del valioso marfil que se ocultaba en el corazón de África, y no les importaba torturar y oprimir a los nativos con tal de conseguirlo. El corazón de las tinieblas narra el inquietante viaje de un traficante de marfil inglés llamado Marlow, quien, bajo las órdenes de una compañía belga, se adentra en las junglas de África en busca de un misterioso hombre llamado Kurtz, quien, a su vez, parece haberse convertido en una especie de dios, y haber perdido la cordura.
Pero El corazón de las tinieblas es mucho más que una historia sobre un viaje por el río. Es una búsqueda de las diferencias entre el bien y el mal, el negro y el blanco, la cordura y la locura. Al final, lo que nos queda es… nada. Pero nada de nada. La mayoría de las críticas contemporáneas coinciden en que la novela trata sobre el vacío que se halla en el corazón de la humanidad (y el lenguaje). Es por eso que T. S. Eliot usó una cita de la novela como epígrafe para su poema "Los hombres huecos", una importante y famosa exploración literaria de la vida moderna.
Un último dato: en 1975, el escritor nigeriano Chinua Achebe criticó la novela. La acusó de transmitir su mensaje a través de la deshumanización de los africanos, y reduciéndolos a una mera extensión del entorno hostil y primario de la jungla. Comentó que el lenguaje empleado era hermoso y cautivador, pero equivocado. Hmm. Hermoso, cautivador y equivocado. A nosotros nos suena a la forma en la que Marlow describiría a Kutz; y es un ejemplo de lo increíblemente compleja y retorcida que es esta novela.
Ponte cómodo. Esto te va a llevar un tiempo.
¿Y a mí qué?
¿Alguna vez apoyaste al malo de la película, te metiste con alguien más pequeño que tú, o deseaste en secreto que el insoportable compañero que se sentaba detrás de ti en cálculo recibiera unos cuantos golpes jugando a quemados en la clase de educación física?
En ese caso, querido Shmooper, ya encontraste tu propio corazón de las tinieblas. Bueno, en realidad, no es tan tenebroso como el que nos muestra Conrad. Es probable que el tuyo sea más bien de un color gris claro, y no negro como el carbón. Lo que está claro es que las personas pueden llegar a dar miedo. No importa lo mucho que nos guste pensar en lo buenos que somos; lo cierto es que es que es probable que la mayoría de nosotros, si se dieran las circunstancias, fuéramos capaces de matar, cometer actos crueles, torturar y llevar a cabo exterminaciones en masa. Acuérdate del holocausto.
De modo que antes de empezar a señalar con el dedo a los demás, echa un vistazo a tu mano. ¿Ves esos otros tres dedos apuntándote a ti? Según El corazón de las tinieblas, todos estamos al borde del salvajismo. Nunca deberíamos olvidarlo.
Frase Clave
"He visto el demonio de la violencia, el demonio de la codicia, el demonio del deseo ardiente, pero, ¡por todas las estrellas!, aquéllos eran unos demonios fuertes y lozanos de ojos enrojecidos que cazaban y conducían a los hombres, sí, a los hombres, repito. Pero mientras permanecía de pie en el borde de la colina, presentí que a la luz deslumbrante del sol de aquel país me llegaría a acostumbrar al demonio blando y pretencioso de mirada apagada y locura rapaz y despiadada. Hasta dónde podía llegar su insidia sólo lo iba a descubrir varios meses después y a unas mil millas río adentro. (1.37)"