Escenario en El señor de las moscas
Escenario en El señor de las moscas
Una isla deshabitada en el océano Pacífico
El señor de las moscas se desarrolla en una isla deshabitada del océano pacífico. Se desconoce la fecha, aunque probablemente sea en la década de 1950, durante una guerra atómica ficticia. Está claro que la isla no es un sitio cualquiera. No sabemos mucho del lugar hasta que los muchachos empiezan a explorarlo, de modo que nos llevamos las mismas sorpresas que ellos, y nos embarga la misma satisfacción conforme van haciendo nuevos descubrimientos.
Lo único que sabemos al principio es que el avión en el que viajan los jóvenes hace un aterrizaje forzoso en la "jungla" y que después Ralph se dirige hacia la "laguna" (1.1). La costa de la laguna está llena de palmeras, lo que nos hace pensar en palapas, albercas y bebidas con sombrilla. Sin embargo, no debes dejarte engañar por esta falsa sensación de seguridad, ya que la isla tiene mucho más que hermosas vistas. A lo lejos, Ralph alcanza a ver un "arrecife de coral", y aún más allá, "el azul oscuro" del "mar abierto". Tras él, "la oscuridad de la selva" (1.50). ¿Entiendes lo que esto significa? Tenemos un bosque oscuro que da miedo (peligro), una laguna de aguas brillantes (entusiasmo), y el mar abierto (aislamiento).
Cuando Ralph, Jack y Simón comienzan a explorar la isla, se dirigen a la punta más cercana de la isla, pero descubren que no pueden ver lo que hay a la vuelta de la esquina porque no hay ninguna, es una curva gradual. Después intentan escalar la montaña usando una serie de rocas de color rosa que serpentean a través de "la ondulada fantasía de las enredaderas del bosque", y piensan que este sendero fue creado por animales y no por personas. Llegan a un claro, y ahora que están en una parte alta de la isla, se emocionan y empujan una roca que cae en picado y "abre un profundo hueco en el dosel del bosque" (1).
Cuando son finalmente capaces de ver toda la isla, se dan cuenta de que a lo lejos hay "otra isla. Una roca, casi aislada, se alzaba como una fortaleza, cuyo rosado y atrevido bastión los contemplaba a través del verdor". (Este es el Peñón del Castillo que veremos después, así que saca el marcador resaltador). Un arrecife encierra un lado de la isla, alrededor de una milla mar adentro y paralelo a "su playa".
Así es, "su" playa. Acaban de llegar y ya se están adueñando de la isla. Los muchachos se aprovechan de las formaciones naturales de la isla (arrecifes, montañas, plataformas), e imponen su propio sistema. Con el tiempo, implantan otro legado humano: el fuego. Los jóvenes pasan de colaborar con la isla en armonía a quemarla de forma accidental. Al final de la historia, la isla ya no es un edén desierto, sino un desastre natural poblado, que es lo que ocurre, según creemos que piensa Golding, con todos los enclaves naturales y hermosos en los que se establece el hombre.