Fuego, calor, luz
Tal y como es de esperar en una novela que trata sobre la quema de libros, el fuego tiene un papel protagonista en Fahrenheit 451. Tampoco estamos hablando únicamente de las casas en llamas. Cuando la gente está enfadada, arde de rabia por dentro. Cuando Montag nota la presencia de Clarisse, se debe a que siente el calor que desprende su cuerpo. Cuando Granger y compañía se recuperan tras el bombardeo, nos viene a la mente la imagen de un ave fénix que renace de sus cenizas. Este tipo de imaginería se encuentra a lo largo de toda la novela.
El fuego parece adquirir diferentes significados dependiendo del momento en Fahrenheit 451. Beatty y sus lacayos bomberos lo usan para destruir. Sin embargo, la dueña de la casa que están quemando lo interpreta de otra manera: "Anímese, señorito Ridley, encenderemos hoy en Inglaterra un cirio tal, por la gracia de Dios, que no se apagará nunca". Para ella, representa fuerza. El propio Montag descubre un uso alternativo del fuego al final de la novela, cuando se da cuenta de que puede proporcionar calor en lugar de destrucción. Al igual que aquello del ciclo de la vida, el fuego tiene una parte constructiva y una destructiva. Del mismo modo que los libros que arden, cada personaje de la novela está obligado a interpretar y hacer frente a perspectivas contradictorias: tal como lo dijo Beatty acerca de los libros.