La biblia
La biblia no es tanto un símbolo sino un patrón de imaginería, pero una vez que empiezas a buscar, todo cambia. Mira:
- El monstruo es comparado con Adán, el primer hombre en la tradición judeocristiana.
- Pero también es comparado con Satanás (lee su "Análisis del personaje" para más información).
- Quiere ir a comer bayas al bosque con la sra. Monstruo, igual que Adán y Eva en el Edén.
- Lee (y se obsesiona con) El paraíso perdido.
Pero no tomes nuestras palabras como prueba. Aquí está el monstruo, hablando de haber leído El paraíso perdido:
"Like Adam, I was apparently united by no link to any other being in existence; but his state was far different from mine in every other respect. He had come forth from the hands of God a perfect creature, happy and prosperous, guarded by the especial care of his Creator; he was allowed to converse with and acquire knowledge from beings of a superior nature, but I was wretched, helpless, and alone. Many times I considered Satan as the fitter emblem of my condition, for often, like him, when I viewed the bliss of my protectors, the bitter gall of envy rose within me." (15.7)
¿Para qué buscar confundirnos tanto? Estas complejas alusiones cristianas nos alejan de la idea de que podemos cerrar nuestro análisis de una forma ordenada. Y lo bueno de eso es que la forma (el complejo texto que no nos deja analizar nada sin darnos problemas) concuerda con el contenido (el pequeño sermón de Shelley sobre cómo no debemos encasillar a la gente o a los monstruos). Muy bien hecho.