Luz y fuego
Es posible que Mary Shelley no supiera nada sobre la radiación de rayos ultravioleta y los melanomas, pero no hace falta ser científico para saber que una quemadura solar es una mala noticia. Tampoco hace falta saber sobre las endorfinas y la vitamina D para saber que el sol es agradable, que la luz produce una sensación de seguridad, más que la oscuridad, y que la carne cruda es (usualmente) asquerosa. En Frankenstein, la luz y el fuego representan la dualidad del progreso y la innovación: un fuego puede dar calor, pero no es recomendable acercarse demasiado.
Shelley establece la luz como un símbolo desde la primera página, cuando Walton le dice a su hermana que se va a un país de luz eterna donde el sol siempre está visible (Carta 1.2) y continúa cuando Frankenstein experimenta sus conocimientos como una luz repentina... tan brillante y asombrosa (4.3). Pero pronto todo se va al diablo.
Nuestro primer indicio de que la luz no es tan buena es cuando la primera sensación del monstruo es la de luz presionando sus nervios (11.1). Su experiencia con la luz no es en absoluto genial ni científica: solo sirve para que la gente vea lo horrible que es. Como el fuego que le da calor y luego lo quema (11.6), la luz de la ciencia es buena hasta que te acercas demasiado; o la persigues demasiado lejos.
No es ninguna coincidencia que el interés de Victor en la ciencia "verdadera" se remonte al momento en el que ve cómo un rayo destruye un árbol; y no es ninguna coincidencia que el monstruo queme la cabaña cuando Agatha y Felix lo rechazan.
¿Quieres saber más sobre el fuego en Frankenstein? Lee nuestro texto sobre Prometheus en la sección "What's Up With the Title?" en inglés.