Pearl
Pearl es como Jack-Jack al final de Los Increíbles (“The Incredibles”). ¿Recuerdas que después de que lo secuestran, Jack-Jack se transforma en una cosa loca, tipo minidiablo con dientes filosos y cuernos? Si bien Pearl no tiene una transformación tan gráfica, sí que es una niña con carácter. Hester aprende bastante rápido que su hija tiene su propia personalidad:
“Después de probar tanto la sonrisa como el entrecejo, y viendo que nada ejercía una influencia notable, decidió por fin dejar que la niña obedeciera a sus propios impulsos. Por supuesto que la restricción o la compulsión producían su efecto mientras estaban vigentes; pero toda otra clase de disciplina moral, ya se dirigiese a su inteligencia o a su corazón, daba o no daba resultados según fuera la disposición caprichosa de su ánimo en ese momento” (6.4)
“Caprichosa” es la palabra clave aquí, y significa la tendencia de ser impredecible. Jamás sabrás qué dirá o qué hará Pearl, y siempre hace exactamente lo que quiere. Pero ¿podemos culparla por ser así? Nació en prisión; su madre es la persona más despreciada de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, y la razón es porque tiene una niña (Pearl) fuera del matrimonio; Pearl no tiene amigos, aparte de su madre; está sola y ha estado sola desde el primer día; no, no parece fácil culparla por su hiperactividad y carácter. A fin de cuentas, este aislamiento le da una perspectiva única de la cultura social y sus costumbres.
Pearl es una sabelotodo. Pero no de las que parecen una enciclopedia, sino más rarita, tipo “te voy a leer la mente y no me puedes ocultar nada”, así como Matilda. Su capacidad de percepción puede bordar la clarividencia (en otras palabras, es medio psíquica), pero a menudo los lectores agradecemos que diga en voz alta lo que pensamos o por ir directamente al meollo del asunto. Aunque los chismes del pueblo repetidamente sugieren que Pearl, como hija ilegítima, es mala de corazón o la hija del demonio, en realidad simplemente es una niña muy alegre y extra sensible con lo que ocurre en el corazón, mente y espíritu de los demás. A menudo es descrita como un hada, un elfo, un espíritu, aunque también (a veces) “una hija del demonio”.
Tiene una conexión profunda con la letra escarlata. No entiende por qué Hester la usa, pero está muy acostumbrada a ella; de hecho, nunca ha visto a su mamá sin ella; le da comodidad. A veces se burla de Hester por la letra o por cómo la sociedad la ve, pero en realidad ama y apoya a su madre.
Es muy buena insistiendo y provocando a los adultos. Con su increíble intuición, puede reconocer a los deshonestos y captar tanto los miedos como las mentiras de las personas. Es como un detector de mentiras ambulante. A veces no es muy amigable y le da placer generar fricciones. Cuando Hester intenta quitarse la letra escarlata después de que decide huir con Dimmesdale, Pearl se rehúsa a tener nada que ver con ella hasta que se ponga de nuevo la letra.
Para Pearl, el conocimiento y el entendimiento de su madre están completamente atados a la letra escarlata; vio a su madre ponérsela y sufrir por ella todos los días, es casi como un tercer miembro de la familia. La letra escarlata reconoce a Pearl, a diferencia de su propio padre (Arthur Dimmesdale). Pearl constantemente le pregunta a su mamá qué significa y por qué la tiene que llevar, y aunque quizá sepa las respuestas a estas preguntas, pareciera que Pearl tiene estima e inclinación por el castigo que sufre su madre. Un psicólogo la pasaría genial con Pearl, pues pasan muchísimas cosas en su cerebro.
Como Hester y Dimmesdale planean su escape, nuestro narrador describe poderosamente a Pearl como “el jeroglífico viviente” que los conecta y que revela “el secreto que tan oscuramente han tratado de ocultar” (19.3). Es como un símbolo o una ecuación que, si alguien la resolviera, podría revelar toda la verdad del romance entre Hester y Dimmesdale. En muchos niveles, Pearl es exactamente igual a la letra escarlata. Ambas representan un pecado.
Pearl insiste en que la gente se sincere, especialmente Dimmesdale. Aparte de Roger Chillingworth, ella es el único personaje de la novela que instintivamente reconoce y castiga la hipocresía de Dimmesdale, rehusándose a besarlo y lavándose el beso que él le da. Es también la persona que le ofrece misericordia y perdón cuando finalmente confiesa su pecado.
Aunque nunca vemos a Pearl de nuevo después de esta confesión, sabemos que se convierte en una heredera adinerada y que se establece en Europa. Sin embargo, más importante aún es que nos enteramos que cuida de su madre. Para cuando Hester regresa sola a la sociedad puritana que la rechazó por tanto tiempo, continuamente recibe regalos lujosos y muestras de afecto de su hija. A pesar de su carácter, su hiperactividad y comportamiento impredecible, una cosa sí tenemos segura: Pearl ama a su madre.