El reverendo Casy
Basta de sermones, al menos a nivel profesional
¿Quién es el reverendo Casy? Bueno, es un viejo libidinoso que decide dejar a un lado su oficio de predicador. Esa es la respuesta simple, aunque nos perderíamos muchos datos interesantes si no miramos más allá. El reverendo también resulta ser el guía espiritual de la familia Joad y de toda la novela.
Casy proclama a los cuatro vientos un tipo de filosofía similar a la que fomentó, por primera vez, el famoso filósofo y pensador americano Ralph Waldo Emerson. Emerson creía en un alma colectiva gigante e invisible que contenía las almas de todas las criaturas del mundo. Él la llamó: superalma.
El reverendo Casy tiene una creencia similar. Casy incluso le dice a Tom: "Maybe all men got one big soul ever'body's a part of" (4.41). Amigos, tenemos el privilegio de ser testigos de cómo un hombre que desarrolla su propia filosofía, parte por parte. ¿Y adónde lo lleva esta filosofía? Hacia el oeste, en un viaje en el que espera poder ayudar a sus compañeros trabajadores. ¿Y adónde lo lleva este camino? Hacia una misión para luchar por la igualdad y la justicia para los trabajadores migrantes en California. ¿Y adónde lo lleva esta misión? Hacia la muerte.
Casy el mártir
Desde esta perspectiva, el reverendo Casy es un mártir. Lo asesinan por sus creencias. Cuando reflexionamos sobre la vida de este pastor —cómo desapareció de Sallisaw durante un tiempo y deambuló por los alrededores, cómo ama a las personas y estar con ellas— nos damos cuenta de que nos recuerda a alguien. Se nos viene a la mente otro mártir que caminó de un lado a otro por un tiempo, desarrolló su propia filosofía y amó a la gente. Nos recuerda a Jesucristo. Y qué casualidad, Jim Casy tiene las mismas iniciales que Jesucristo: J.C.
Tom Joad se encuentra con Casy cuando sale de la prisión y va rumbo a su casa. Casy se sienta debajo de un árbol y habla sin parar de todas la veces en las que se acostó con mujeres cuando era predicador. Se siente muy culpable por sus acciones pasadas y, créenos, esa culpa no desaparece. Sin embargo, al mismo tiempo Casy se siente atraído por la vida y la gente que vive la vida. Cuando era pastor, se colocó a Casy en un pedestal, lo que lo distanció de la gente que lo rodeaba, pero no quiere volver a estar aislado de la humanidad otra vez. Lo hace sentir solo y es antinatural. Casy se dio cuenta de que la vida se trata de pasar el rato con la gente.
Hay algo problemático acerca de Casy. Siempre está pensando y siempre está un poco callado. Casy está constantemente asimilando el mundo que lo rodea, y venera a la gente y las pequeñas cosas que conlleva la vida cotidiana. Se transforma en una especie de mentor de Tom Joad a través de la novela, y ambos parecen entender, mejor que cualquier otra persona, la injusticia del mundo que los rodea. El reverendo expresa constantemente su creencia en un alma colectiva gigante que conecta a las personas, y Tom comienza a creer en esta filosofía también.
Casy encuentra un propósito en la vida y, como resultado, inspira a Tom. Cuando Casy muere peleando por los derechos de los trabajadores migrantes, Tom hace suya la causa.