Espadas
Existen varias espadas famosas en Beowulf; tantas que es probable que no seas capaz de distinguirlas todas. Primero está la espada que Ródgar entrega a Beowulf luego de matar a Gréndel (1024). En segundo lugar está Estacón, la espada que Únfer presta a Beowulf para luchar contra la madre de Gréndel. Desafortunadamente, Estacón no logra hacerle daño a dicho monstruo, así que Beowulf agarra otra espada de su gran tesoro (1557). Esta tercera espada la decapita, pero la hoja se derrite cuando toca su sangre venenosa. Al traer el mango de nuevo a la superficie, Ródgar descrubre que está cubierto de grabados de la gran inundación y de la destrucción de los gigantes. El cuarto lugar lo ocupa una espada con joyas engarzadas que el rey Híglak regala a Beowulf para celebrar sus grandes hazañas (2193). Estamos prácticamente seguros de que esta es la espada llamada Négling, la cual se quiebra cuando Beowulf intenta utilizarla para matar al dragón (2680).
Hay alguna espada más en la historia, pero estas cuatro son las más importantes: el regalo de Ródgar, Estacón, la espada con el mango grabado y Négling.
Eso nos deja dos preguntas: ¿por qué hay tantas espadas diferentes en el poema y por qué a menudo no dañan al enemigo? Y no, no creemos que baste con decir que las espadas son símbolos fálicos. Hay muchas espadas diferentes en la epopeya por una razón bastante obvia: en una cultura de guerreros, las armas son bastante importantes, por lo que hay muchas por doquier. También hay diferentes armas con usos distintos. A veces una espada funciona donde otra falla, dependiendo de su calidad y su historia.
Lo realmente extraño de Beowulf es que a menudo las espadas no funcionan como deben. Estacón no hiende a la madre de Gréndel, Négling se parte cuando Beowulf intenta golpear al dragón, la espada del mango grabado se derrite con la sangre de la madre de Gréndel. Sospechamos que el poeta desea recordarnos la futilidad del combate. También parece que Beowulf tiene un mejor rendimiento cuando usa la fuerza de su propio cuerpo en contra de los monstruos que lo rodean, en vez de las armas, las cuales son casi como hacer trampa porque le dan una ventaja artificial. Otra forma de verlo es que en un momento, el narrador sugiere que Beowulf es tan fuerte que sus poderosos golpes rompen las espadas por la mitad, así que tal vez el heroísmo de Beowulf sea más grande de lo que pudieran hacer parecer las armas.