El mar, el lago e imágenes del agua
Hay varias escenas importantes que tienen que ver con diferentes cuerpos de agua en Beowulf: la peligrosa travesía por barco que emprenden Beowulf y sus guerreros para viajar de Gautalandia a Dinamarca; la competencia de natación entre Beowulf y Breca, y los monstruos que tenían que combatir; el lago ensangrentado donde vive la madre de Gréndel dentro de una cueva submarina; y los peñascos costeros donde Beowulf mata al dragón, y muere. ¿Por qué tanta agua? ¿Y por qué siempre parece estar asociada a, en fin, situaciones muy peligrosas?
La respuesta más sencilla es que los escandinavos medievales eran un pueblo marinero. Después de todo, eso es parte de la razón por la cual los anglosajones contaban la historia de Beowulf siglos después en Inglaterra, porque sus ancestros escandinavos y germánicos habían cruzado el mar para colonizar Gran Bretaña.
Como miembro de una tribu marinera, Beowulf conoce el mar y el peligro que este entraña. Obviamente, dado que Beowulf es una epopeya, los peligros del mar a los que estamos acostumbrados, como caerse por la borda, perderse, quedarse sin comida o agua, se sustituyen por peligros fantásticos, como los monstruos marinos. Pero el principio es el mismo. La madre de Gréndel, en su cueva bajo un lago estancado de agua ensangrentada, representa el peligro incierto que acecha en cualquier expedición marítima. Más adelante en el poema, los seguidores de Beowulf arrojan al agua, desde el peñasco, el cadáver del dragón al que da muerte, con el fin de deshacerse de él, devolviendo de este modo un monstruo al lugar donde parece pertenecer, el peligroso y caprichoso mar. Y el túmulo que Beowulf le pide a Wíglaf que le construya no sólo es un monumento a su memoria; es un monumento que pueden ver en la costa los navegantes. En otras palabras, es un recuerdo de la fuerza y el triunfo de un héroe que uno puede ver y del cual puede sacar fuerza aun en medio de un mundo peligroso e incierto.