La cocina

Así como la habitación oscura es el lugar donde Mamá Elena es más vulnerable, este es el lugar donde Tita lo es. La diferencia principal es que su dominio es cálido, lleno de luz, color y buena gente como Nacha:

Todo lo que se encontraba del lado de la cocina […] de la puerta que daba al patio y la cocina y el herbario le pertenecía por completo: era el reino de Tita. (1,7)

En su hogar, Tita tiene un estilo de vida distinto del de sus hermanas. Ella trabaja sin cesar y alimenta a la familia, semejante al rol de una madre, y pasa la mayor parte de su tiempo acompañada de mujeres indígenas, Nacha y después Chencha quienes existen exclusivamente en la cocina, fuera de los círculos privilegiados que en aquel momento existían en México. Esto le produce un vínculo espiritual y mítico con la comida y el mundo que la rodea. Y si bien la cocina es un espacio doméstico, Tita lo utiliza para expresarse y, a través del acto de cocinar, ella deriva poder y control.