Victor Frankenstein
A nosotros no nos parece que sea una coincidencia que las personas confundan al señor Frankenstein con su monstruo. Quizás haya conquistado los secretos de la naturaleza, pero es un auténtico cabeza hueca en todo lo demás . Te preguntarás entonces cómo es que un muchacho que se puso a jugar con el equivalente de un set de química del siglo diecinueve termina en una misión suicida por los desechos del Ártico congelados.
La curiosidad mató al gato
Por suerte, Frankenstein nos ofrece una descripción detallada de su personalidad de niño. Él dice: "The world was to me a secret which I desired to divine" (2.1); "Curiosity, earnest research to learn the hidden laws of nature … are among the earliest sensations I can remember"; "It was the secrets of heaven and earth that I desired to learn" (2.4).
¿A que tiene un tonito de científico loco (mad scientist)? En otras palabras, Victor nos dice (1) que es una persona curiosa, y más aún (2) que siempre ha sido así. Insiste tanto en que ha sentido curiosidad desde pequeño, que prácticamente no podemos culparlo por sus actos. Así nació.
Victor incluso nos da una prueba más de que es una víctima de la genética señalando que tuvo una infancia feliz:
"My parents were possessed by the very spirit of kindness and indulgence. We felt that they were not the tyrants to rule our lot according to their caprice, but the agents and creators of all the many delights which we enjoyed. When I mingled with other families I distinctly discerned how peculiarly fortunate my lot was, and gratitude assisted the development of filial love" (2.3).
¿Pero es esto convincente? ¿Victor de verdad está tratando de absolverse de cualquier responsabilidad insistiendo en que simplemente no podía evitarlo?
No del todo, porque también parece culpar a su padre y a sus maestros. Cuando comienza a obsesionarse por el alquimista Cornelius Agrippa, culpa a su padre de no molestarse por explicarle que los principios de Agrippa habían sido explotados por completo ("tak[ing] the pains to explain to me that the principles of Agrippa had been entirely exploded") (2.7) y de haberlo dejado luchando con la ceguera de un niño ("struggle with a child's blindness") (2.9). Después, cuando por fin se va a la universidad, su profesor de filosofía natural, el señor Krempe, es un retaco de voz ronca y semblante repulsivo ("little squat man with a gruff voice and repulsive countenance") (3.12), lo que hace que decida ir a estudiar química con el sensual señor Waldman de inmediato:
This professor was very unlike his colleague. He appeared about fifty years of age, but with an aspect expressive of the greatest benevolence; a few grey hairs covered his temples, but those at the back of his head were nearly black. His person was short but remarkably erect and his voice the sweetest I had ever heard. (3.14)
Una vez más, Victor inventa excusas. No pudo evitar interesarse por la química porque el señor Krempe era feo y el señor Waldman era casi casi George Clooney. No pudo evitar querer saber los secretos de la naturaleza. No pudo evitar que su padre no le hubiera dicho que no perdiera el tiempo con los alquimistas. Todo es culpa del destino: "Destiny was too potent, and her immutable laws had decreed my utter and terrible destruction" (2.12). ¿Te suena esto a las palabras de un hombre que se arrepiente de haber creado un terrible monstruo (de varias maneras)?
Asumir la responsabilidad
A nosotros nos parece que no mucho, aunque hacia el final de su historia sí parece considerar que podría tener algo de responsabilidad por sus actos. El momento clave es cuando decide destruir a la sra. Monstruo:
"Had I right, for my own benefit, to inflict this curse upon everlasting generations? I had before been moved by the sophisms of the being I had created; I had been struck senseless by his fiendish threats; but now, for the first time, the wickedness of my promise burst upon me; I shuddered to think that future ages might curse me as their pest, whose selfishness had not hesitated to buy its own peace at the price, perhaps, of the existence of the whole human race." (20.1)
¿Suena lógico? Tal vez, pero mira cómo lo expresa: le preocupa que la gente se moleste con él. No dice nada de si está equivocado, sino que le preocupa que otros lo perciban así. No sé tú, pero no nos suena muy maduro.
Luego fíjate en uno de sus últimos discursos, cuando dice: "Never will I give up my search until he or I perish; and then with what ecstasy shall I join my Elizabeth and my departed friends, who even now prepare for me the reward of my tedious toil and horrible pilgrimage!" (24.11). Por una parte, bien: aceptamos que está listo para ir a la caza de este asesino despiadado. Por otra parte, "tedioso esfuerzo" y "horrible peregrinaje" suenan a que se considera de alguna manera un mártir, cuando en realidad toda esta situación se dio por culpa suya.
Lo sentimos, Frankenstein. No nos convences.
Mamita querida
El monstruo se refiere a Frankenstein como su creador, así que tendemos a verlo como una figura paterna y hablamos de las maneras en las que es un mal padre. Pero no nos parece que esto sea del todo preciso. Nos parece que es más probable que Shelley lo viera como una mala madre.
Ahora, no queremos ponernos a psicoanalizar a los autores, pero cuando se trata de Frankenstein, muchos estudiosos creen que hay buenas razones para hacerlo. Verás, Mary Wollstonecraft, madre de Mary Shelley, era una chica radical que insinuaba que las mujeres podían hacer mucho más ("do a lot more") que rizarse el pelo y tener bebés. Incluso conmocionó a, bueno, todos exhibiendo en público varias aventuras amorosas poco convencionales antes de casarse con el filósofo ateo William Godwin y morir de complicaciones después de dar a luz a Mary.
La misma Mary Shelley tuvo tres embarazos durante y cerca del periodo en el que escribió Frankenstein (un hijo, una hija y un aborto natural), así que tiene lógica que sintiera algo de nerviosismo si de partos se trataba. Veamos un segmento en el que Frankenstein describe la creación del monstruo:
"My cheek had grown pale with study, and my person had become emaciated with confinement … the moon gazed on my midnight labours, while, with unrelaxed and breathless eagerness, I pursued nature to her hiding-places… My limbs now tremble, and my eyes swim with the remembrance; but then a resistless and almost frantic impulse urged me forward; I seemed to have lost all soul or sensation but for this one pursuit." (4.9)
En el siglo diecinueve (y en muchos otros) las mujeres, o al menos las adineradas, se "encerraban" durante las últimas etapas del embarazo: se recluían en sus habitaciones ya fuera por la idea que el encierro protegería al bebé o porque los buenos modales prohibían que las señoras decentes mostraran pruebas de haber tenido relaciones sexuales. La palidez y el aspecto demacrado habrían sido efectos secundarios comunes de embarazos difíciles y, bueno, no tenemos que explicar aquello de los "partos nocturnos".
¿No te convence? Extremidades temblorosas, impulsos frenéticos, perder el alma y la sensación: todas son experiencias similares a las de una mujer en trabajo de parto. Entonces, ¿qué hace Frankenstein cuando por fin ve que su creación respiró profundo y un movimiento de convulsión agitó sus extremidades? ("breathed hard, and a convulsive motion agitated its limbs") (5.1). Se queda dormido: "At length lassitude succeeded to the tumult I had before endured" (5.3).
Nos parece que este acto de creación científica tiene un sospechoso parecido con el embarazo, el encierro, el trabajo de parto y el nacimiento. La pregunta es: ¿qué significa? ¿Está diciendo que Frankenstein está aún más trastornado de lo que pensamos porque está tratando de crear vida sin una mujer? ¿Está insinuando Shelley que este tipo de búsqueda científica es de alguna manera femenina? ¿O está usando a Frankenstein para analizar sus problemas con la maternidad y el hecho de ser madre?
Qué romántico
El trasfondo de todo esto es el siguiente: Percy Bysshe, esposo de Shelley, era uno de los Seis Grandes, un grupo de poetas ingleses que más adelante terminaría siendo aclamado como el único Romantic movement en literatura. (En ese momento quizás no se consideraban los Seis Grandes, pero se tenían en muy buena estima). ¿Qué hacía falta para ser un poeta romántico? (1) Muchos sentimientos; (2) un sentido de vanidad; (3) la idea de uno como individuo solitario que sale a repartir conocimientos y sabiduría al resto del mundo; (4) la capacidad de sentir lo sublime en la naturaleza.
¿Te suena? Victor Frankenstein podría ser el romántico perfecto. (Hablaremos de cómo el monstruo puede ser una figura romántica en su propio "Character Analysis". Ya sabemos que es un soñador con un gran ego. Veamos cómo se siente acerca de la naturaleza:
"During this short voyage I saw the lightning playing on the summit of Mont Blanc in the most beautiful figures. The storm appeared to approach rapidly, and, on landing, I ascended a low hill, that I might observe its progress. It advanced; the heavens were clouded, and I soon felt the rain coming slowly in large drops, but its violence quickly increased. While I watched the tempest, so beautiful yet terrific, I wandered on with a hasty step … This noble war in the sky elevated my spirits; I clasped my hands, and exclaimed aloud, "William, dear angel! this is thy funeral, this thy dirge!" (7.22-24)
Victor parece ver la naturaleza como algo que está fuera de su control. Es enorme, abrumadora, aterradora, pero de alguna manera "hermosa". En otras palabras, es sublime.
Pero incluso aquí nos parece que Victor no es precisamente honesto consigo mismo. Cuando llega al valle, conversa con la naturaleza: "Dear mountains! my own beautiful lake! how do you welcome your wanderer? Your summits are clear; the sky and lake are blue and placid. Is this to prognosticate peace, or to mock at my unhappiness?" (7.20).
Fíjate cómo no puede evitar hablar de "sus" montañas y lago, como si la naturaleza existiera solo para hacerlo sentir mejor. De acuerdo, le podemos perdonar eso, pero luego nos acordamos de que describe su deseo constante de penetrar los secretos de la naturaleza ("penetrate the secrets of nature") (2.7).
No es que seamos aficionados a Freud, pero no podemos evitar pensar que cabe la posibilidad de que el dr. Frankenstein tenga todavía algunos problemas que resolver y, a juzgar por lo que le ocurre a este perfecto romántico y a todo el que ama, quizás Mary Shelley tenga algunos problemas de los que debería hablar con su marido.