Biff Loman
No dejes que el nombre de chico rudo te engañe. No es solamente un enorme tonto como su nombre indica, en realidad es el único personaje en la obra que muestra algún crecimiento personal. Sí, Biff también fracasa, al igual que cualquiera; no puede tener un trabajo fijo, le roba a sus jefes y hasta ha ido a la cárcel, pero, a pesar de sus deficiencias, no podemos evitar sentir simpatía por Biff. ¿Por qué? Bueno, porque tiene una gran iniciativa de crecimiento personal.
La cosa con Biff es que es el hijo mayor de Willy y su padre realmente lo quiere. Biff sobresalió en la escuela secundaria siendo todo una estrella de fútbol. Sin embargo, jamás puso mucha energía en las clases y reprobó matemática estando en el último año de secundaria. Mucho de esto tuvo que ver con el hecho de que Willy lo dejó salirse siempre con la suya y nunca lo animó para que se tomara la escuela muy en serio. Sin los créditos de matemáticas, Biff no se graduó y no pudo recibir la beca de fútbol para ir a la universidad. Bastante parecido a Willy ¿no?
Las cosas pudieron haber funcionado para Biff, aunque hubiera reprobado matemáticas. Pudo haber tomado el curso de verano y hacerlo todo bien. Sin embargo, justo en aquel momento Biff pilló a su papá engañando a su mamá, y eso hizo que se volviera un poco loco. Una vez más, Willy tiene un efecto negativo en la vida de su hijo. Comenzó a trabajar en los ranchos del oeste, pero no podía permanecer demasiado tiempo haciéndolo ya que le robaba a sus jefes. Cuando lo conocemos, ya tiene 34 años y se acaba de dar cuenta de todo lo que lo perjudicó Willy.
Biff, de alguna forma, está desesperado por impresionar y gustarle a su papá, pero también se da cuenta de que Willy es un fracasado. A diferencia de su padre y su hermano, Biff es consciente de quién es y valora la verdad. En una discusión a gritos con Willy, dice que no puede mantener un trabajo porque es incapaz de recibir órdenes de un jefe. Finalmente, un momento de realidad. Aun así, a pesar de su honestidad, Biff es incapaz de comunicarse abiertamente con su padre. Willy simplemente está incapacitado de aceptar la verdad.
Biff nos recuerda que el sueño americano no es el sueño de todo el mundo. En vez de dinero y éxito, Biff quiere una vida más básica, quiere ser visto y amado por quien es, quiere que su padre deje de ser ese torpe delirante que es. Por desgracia -Miller parece decir- los estadounidenses (Biff, en este caso) son las víctimas del éxito del país. De la misma forma en que Willy es incapaz de entender o amar a su hijo, Estados Unidos como un todo, es incapaz de entender a aquellos que valoran los placeres simples por encima de una carrera exitosa. Al menos, eso es lo que Muerte de un Viajante parece querer decir.