El director
El director es un tipo mediocre que pertenece a la Compañía que está en la Estación Central. En apariencia, no sobresale, excepto por sus fríos ojos azules y su sonrisa vacía. Esa expresión le genera disgusto a Marlow (y a nosotros también). Tiene la tendencia de hablar mucho y decir poco. El director también está celoso del éxito de Kurtz.
El director es una personificación de lo "vacío". Siempre está balbuceando, nunca dice nada importante y tiene esa sonrisita rara: "Asomaba al final de sus frases, como un sello aplicado a las palabras más anodinas para darles un significado especial, un sentido completamente inescrutable." En otras palabras, todo su parloteo está hecho para parecer profundo con su sonrisita misteriosa pero vacía. La razón que nos dan para su extraña resistencia a los mareos y a los vómitos, es que "no hay nada adentro de él." El director parece recordarnos que todo aquel que venga a trabajar al interior "no debe tener entrañas" (como él). Pero las implicaciones más grandes de este personaje "vacío" son aterradoras. Implican, por ejemplo, que el salvajismo del interior tiene el poder de reducir o drenar lo que nos hace humanos, dejando solo una cáscara de lo que alguna vez fue. Más o menos como Kurtz, excepto que en vez de ser llenado con salvajismo, el vacío queda así… vacío.
Como no hay nada adentro de él, todo lo que dice y hace el director no tiene sinceridad. Toda su energía la gasta en mantener las apariencias. Como dice Marlow, él "no origina nada" porque no hay nada adentro de él. Si no puede crear, solo puede destruir—lo que se podría decir que es lo que generalmente hacía el imperialismo británico con África en aquellos tiempos. Sabíamos que este personaje estaba aquí por una razón.