Mildred Montag
El propósito de Mildred en esta novela es recordarnos cómo es el ciudadano (o ciudadana) promedio. En una historia llena de gente extraordinaria, como Montag, Clarisse, Faber, Granger e incluso Beatty, debemos entender el status quo para poder apreciar la desviación del mismo. Ahí es donde Mildred entra en escena. Es insulsa, se abstrae de la realidad y está obsesionada con la televisión. De hecho, lo más interesante que hace durante toda la novela es intentar suicidarse.
Y ahora que sacamos el tema… ¿Por qué ingiere Mildred más de 30 pastillas? Siguiendo la teoría de Montag, podría deberse a que se tomó una y luego se olvidó de que se la había tomado, entonces tomó otra, volvió a despistarse y otra más, y así hasta la última. De ser así, lo peor que podríamos decir de ella sería que es, bueno, un poco tonta, pero eso ya lo sabíamos.
La alternativa es un poco más interesante: Mildred es sumamente infeliz. Le molesta mucho el hecho de tener una vida vacía y llena de horas de absurdos programas de televisión. ¿Recuerdas cuando le insiste a su esposo en que está satisfecha con su vida? "Y me siento orgullosa", dice. Ella ya cumplió al convencerse a sí misma de que es feliz. Dado que Mildred es el modelo del ciudadano promedio en este mundo futurista, nos preguntamos si todo el mundo es un suicida desesperado con un falso revestimiento de felicidad. Como los plomeros que le hicieron el lavado de estómago en la Primera Parte atienden 10 casos similares a ese todas las noches, no nos queda otra que preguntárnoslo.