El bebé con cola de cerdo
A lo largo de la novela, la familia Buendía vive bajo la advertencia/maldición de la madre de Úrsula: que los bebés fruto del incesto nacen con cola de cerdo. Durante un tiempo, esto parece una amenaza puramente metafórica. Somos testigos de la progresiva degeneración de la familia, generación tras generación, y suponemos que la historia del bebé con cola de cerdo no es más que una curiosa expresión que evidencia lo encerrada en sí misma y chiflada que está esta gente.
Pero quién lo iba a decir, la predicción se hace realidad cuando el último Buendía, nacido de otro caso de incesto, viene al mundo con una cola de cerdo. Dado que en ese momento la modernidad ya no es una extraña en el pueblo, los padres piensan que el problema puede solucionarse con una pequeña operación. Sin embargo, la maldición es real y el bebé es la prueba de que la familia Buendía está corrompida hasta la médula. De ahí que el espantoso final reservado para el recién nacido sea el ser devorado por un ejército de hormigas. Es de este modo que la familia desaparece para siempre.