Florentino Ariza
Para ser el protagonista de una novela romántica, Florentino es un personaje bastante raro. Es verdad, tiene algunas admiradoras en su adolescencia gracias a que toca el violín y recita poesía cursilona, pero no es mucho más que un alma solitaria. Es flaco, siempre viste con un traje negro que perteneció a su difunto padre y usa demasiado gel en el cabello. Así es, Florentino Ariza es el primer emo de la literatura.
Así pues, nuestro Romeo no es ningún Brad Pitt. Es más bien un Robert Pattinson, el que hace el papel de Edward en Twilight (no, espera... eso ya lo sabías). La diferencia es que es más flaco y menos guapo. Y miope. Y siempre está estreñido. De acuerdo, físicamente no se parece en nada a Robert Pattinson. Pero sí que tiene esa aura de mal humor, tirando a acosador.
Al igual que Edward el Vampiro, Florentino siempre está al acecho. Primero, acecha afuera de la casa de Fermina durante meses para verla ir y venir de la escuela. Más tarde, cuando Fermina lo rechaza, va a un acontecimiento público al que ella asiste para poder admirarla. Mientras tanto, acecha en muelles, en la calle y en los tranvías, intentando conocer mujeres. Tiene mucho éxito con las chicas, pero es tan discreto que la gente empieza a rumorar que es gay. Además, sus aventuras son un tanto morbosas: sus amantes tienden a ser viudas, mujeres rechazadas y una que se fugó de un manicomio y llevaba una daga oculta en el corsé.
A pesar de sus muchas, muchas aventuras, Florentino está obsesionado con la mujer a la que ama. Esta devoción extrema en combinación con sus promiscuos encuentros amorosos es lo que genera muchas preguntas en la novela sobre la naturaleza del amor. (Encuentra más información al respecto en nuestro análisis de "Temas: el amor"). A veces, la conducta de Florentino parece contradictoria (si está tan dedicado a Fermina, ¿por qué se acuesta con cientos de mujeres?) pero si hay algo que aprender de la historia de Florentino, es que el amor no es cosa sencilla.
Florentino, el mujeriego
La visión romántica de Florentino no siempre tiene que ver con la realidad (como cuando le cuenta a Fermina Daza que sigue siendo virgen a los 76 años. Sí, claro). Sin embargo, expresa sus fantasías con tanta autoridad que la gente tiende a creerle, o al menos aprecia la mentira. Escolástica, la tía de Fermina, tiene la sensación de que habla "inspirado por el Espíritu Santo", una idea que Fermina y el capitán comparten al final de la novela. Cuando Florentino habla, inspira tanto que el capitán de verdad cree que pueden conquistar la muerte, que "es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites" (6.236).
En algún momento, las fantasías de Florentino se tornan peligrosas. Parece creer que cualquier cosa es válida cuando se busca el placer propio y no toma en cuenta que puede estar poniendo en peligro, lastimando, exponiendo a la desaprobación de la sociedad o hasta a recriminaciones aún más violentas a las mujeres con las que tiene aventuras.
Aunque el donjuanismo de Florentino puede al principio parecer inofensivo, debemos cuestionar la ética de su comportamiento cuando se acuesta con una mujer casada cuyo esposo la castiga sentándose sobre su garganta. Después, al seducir a América Vicuña, una niña de catorce años que ha sido dejada bajo su tutela, ya no es posible negar que su naturaleza seductora tenga un aspecto muy oscuro. Es innegable que el trágico suicidio de América es culpa de Florentino, pero aun así, él consigue convencerse de que no carga con ninguna responsabilidad.
Florentino, el escritor
Nunca es mala idea prestar atención cuando un personaje de una novela es escritor. El papel de Florentino como autor nos hace reflexionar sobre el propósito de escribir y de la literatura en general. No obstante, Florentino es un escritor de un tipo en particular, ya que casi siempre escribe poesía y cartas. Todo lo que intenta escribir suena como una carta de amor. De hecho, es tan bueno escribiendo cartas de amor que asume la tarea de escribir, de forma gratuita, cartas para las personas que no saben escribir y es responsable de la unión de por lo menos una pareja feliz.