Dr. Bledsoe
El Dr. Bledsoe es el presidente de la universidad a la que asiste el narrador. Este lo admira hasta que descubre que el Dr. Bledsoe es un gran farsante. Mientras que el Dr. Bledsoe predica la doctrina del esfuerzo y la humildad como la clave para el progreso de los negros, conserva su poder como presidente de la universidad porque cede ante las expectativas de los blancos acerca de cómo debería comportarse; se rebaja y engaña a los poderosos hombres blancos de los cuales depende su poder:
¿Ordenó, dices? ¡Te lo ordenó! ¡Maldita sea! Parece que los blancos no hacen más que dar órdenes, en ellos es un hábito dar órdenes. ¿Por qué no te inventaste una excusa cualquiera? Podías haberle dicho que aquella gente estaba enferma, que tenía la viruela, o haberle llevado a otra cabaña. ¿Por qué llevarle precisamente a la barraca de Trueblood? ¡Dios mío! Eres negro y vives en el Sur, ¿es posible que hayas olvidado cómo mentir? (6.24)
El compromiso de Dr. Bledsoe con su raza es una farsa; en un momento, declara que preferiría que cada hombre negro en el país fuese linchado antes que renunciar a su posición de autoridad:
Tú no eres nadie, hijo. Tú no existes. ¿No te das cuenta? ¿No lo comprendes? Los blancos dicen a todo el mundo el modo en que es preciso pensar. A todo el mundo, menos a individuos como yo. Y yo soy quien dice a los blancos cómo deben pensar. Esta es mi tarea: decir a los blancos de qué modo deben pensar con respecto a realidades que yo conozco bien. ¿Te sorprende, verdad? Pues así es. Escúchame, no fui yo quien organizó las cosas y, por otra parte, me consta que no puedo alterar esta organización. Pero yo he alcanzado un buen lugar en ella, y haré cuanto esté en mi mano para que todo negro que pretenda quitarme el sitio sea ahorcado, al amanecer, en un pino. (6.76)
Decir que el personaje del Dr. Bledsoe está "comprometido" sería el eufemismo del condenado siglo.