Narrador

Crisis de identidad

En el transcurso de la novela, el narrador sin nombre es confundido por un reverendo, un proxeneta, un jugador, un soplón, un sindicalista, un negro del sur, un negro de Nueva York, un violador, un amante, un médico y un buen cantante. Eso por no nombrar los tres nombres a los que responde: el propio (que nunca se revela), el que le asigna la Hermandad (que tampoco conocemos) y el de un hombre llamado Rinehart (responsable de la combinación reverendo/jugador/proxeneta). Todo esto plantea la siguiente pregunta: ¿quién es realmente este hombre?

La respuesta se encuentra en el título: él es invisible. Pero no por elección:

Sabed que si soy invisible ello se debe, tan sólo, a que la gente se niega a verme. (Prólogo 1)

No me quejo, ni tampoco protesto. A veces es una ventaja pasar sin ser visto, aunque por lo general ataca los nervios. (Prólogo 2)

Lo cierto es que, durante la mayor parte del tiempo, su identidad ha sido dictada por la sociedad dominada por los blancos. Primero intenta con una actitud humilde del tipo "soy un tipo negro que sabe a dónde pertenece". Pero esto termina costándole la expulsión de la universidad. Una vez en Harlem, se une a una organización llamada la Hermandad, que aboga por la integración racial, pero que está demasiado alejada de la realidad racial de los Estados Unidos.

Échale un vistazo a la "útil" carta que recibe de uno de los miembros de la Hermandad:

Hermano: Acepta este consejo de un amigo que te ha estado observando atentamente. No corras tanto. Sigue trabajando para el pueblo, pero recuerda que eres uno de los nuestros, y no olvides que si llegas a ser demasiado importante ellos te derribarán. Eres del Sur, por lo que sabes perfectamente que vives en un mundo dominado por los blancos. Sigue este amistoso consejo y sé prudente a fin de poder continuar tu ayuda a las gentes de color. Ellos no quieren que alcances demasiados éxitos en poco tiempo; si lo haces, te eliminarán. Sé astuto... (18.2–3)

Resulta que la Hermandad estaba usando al narrador como un símbolo o una forma de decir: "¡Ey, miren! ¡Nos gusta la igualdad racial!".

En su introducción, Ellison escribe que uno de los problemas presentes en la mayoría de las representaciones literarias de los negros en su tiempo era "la cuestión de por qué la gran mayoría de los protagonistas de la ficción afroamericana (por no hablar de los personajes negros en la ficción escrita por blancos) no tuvieron profundidad intelectual. A menudo, estas eran figuras atrapadas en las formas más intensas de lucha social, sujetas a las formas más extremas de la condición humana y, sin embargo, rara vez eran capaces de articular las cuestiones que los torturaban".

El hombre invisible es el intento de Ellison por llenar ese vacío. El narrador de la historia es principalmente reflexivo y elocuente sobre sus experiencias, las que lo llevan a un lugar (tanto literal como metafórico) en el cual rechaza las constantes tentativas de la sociedad por etiquetarlo o encasillarlo.

No sentía el menor deseo de morir, aunque con ello lograra destruir la máquina. Quería libertad, no destrucción. Aquello era agotador, exasperante, porque todos los métodos que ideaba para liberarme de la máquina tenían el mismo obstáculo: mi persona, yo mismo. No había modo de obviarlo. No podía escapar en tanto no dejara de pensar en mi identidad. Se me ocurrió que quizá la huida y mi identidad fuesen interdependientes. Es decir, cuando descubriera quién era yo, quedaría liberado. (11.103)

De este modo, el narrador se sumerge en un sótano para "encontrarse a sí mismo". Por supuesto, esto lleva a preguntarnos: al final de la novela, ¿ha logrado descubrir quién es? ¿Por qué está listo para volver a la sociedad? Ahora te toca a ti.