Abigail Williams

Abigail Williams

Es una hechicera…

A veces, la literatura nos da una alegría y nos regala un estupendo antagonista. Alguien que odiamos… pero que nos atrae como un imán. Alguien que nos pone los pelos de punta pero que no podemos dejar de mirar. Como Joffrey de Game of Thrones. Como la enfermera Ratched de Atrapados sin salida. Como Hannibal Lecter.

Como Abigail Williams.

Abigail es vengativa, egoísta, manipuladora y una magnífica mentirosa. Esta joven parece tener un don excepcional para sembrar la muerte y la destrucción dondequiera que vaya. Sabe perfectamente como manipular y controlar a las personas. La suma de todo esto la convierte en una increíble antagonista.

En el primer acto, despliega todas sus habilidades de manipulación. Cuando está a punto de que la arresten por meterse en brujerías, logra, con gran maestría, incriminar a Tituba y a varias otras ciudadanas de segunda clase de Salem. (Esto es aún más horrible por el hecho de que fue Abigail la que convenció a Tituba de salir a hacer los hechizos). Desde que Abigail tuvo ese breve romance con Juan Proctor, está decidida a hacerle la vida imposible a su esposa, Isabel. Nuestra astuta villana convenció a Tituba de maldecir a Isabel con la esperanza de deshacerse de ella y ocupar su lugar junto a Juan:

ABIGAIL (arrastrándola lejos de la ventana): Le conté todo; él ya sabe, ahora ya sabe todo lo que nosotras...

BETTY: Tú bebiste sangre, Abigail, eso no se lo contaste.

ABIGAIL: ¡Cállate Betty!! No volverás a decir eso! Nunca, nunca jamás...

BETTY: ¡Lo hiciste, lo hiciste! ¡Bebiste un encantamiento para que se muera la mujer de Juan Proctor! ¡Sí! ¡Tú te tomaste un brebaje para matar a la señora Proctor!

ABIGAIL (la abofetea): ¡Calla estúpida! ¡Basta ya! [...] ¡¡¡Escuchen!!! ¡¡Todas ustedes!! Escuchen... Bailábamos. Y Tituba invocó a las hermanas de Rita Putnam. Y eso es todo. Y recuerden esto: digan una sola palabra, o la sombra de una palabra acerca de las otras cosas que ocurrieron, y apareceré en lo más negro de una horrible noche y les cobraré las cuentas hasta los escalofríos. ¡Todas saben que puedo hacerlo; [...] he visto algunas otras sangrientas faenas realizadas en la noche. Yo puedo hacer que ustedes se lamenten de haber nacido...". (I.113–132)

Es irónico que Abigail, que fue la que fomentó la brujería, sea la que anda acusando a todos los demás. Como cabecilla del grupo, envuelve a las demás chicas en un frenesí de emoción, lo que les permite acusar de brujas a la gente que conocen y quieren. Exalta el odio de todo el pueblo hacia las brujas, al igual que su contraparte del siglo XX, el senador Joseph McCarthy, exaltó el odio de los estadounidenses hacia los comunistas. El mayor talento de Abigail es descubrir los defectos, las debilidades y los prejuicios de la gente… y luego manipularla sin piedad para aprovecharse de ella.

La despiadada astucia de Abigail aparece de nuevo en el segundo acto, cuando le tiende una trampa a Isabel Proctor y la acusa de bruja. Más tarde, en el tercer acto, pierde lo poco que le quedaba de humanidad cuando condena a Juan Proctor… a pesar de que dice amarlo. Cuando Juan intenta exponer a Abigail, ella logra, con gran maestría, que lo terminen acusando a él y lo manda a la cárcel. Abigail hace (ab)uso de su poder hasta lo último. Al final, se va de la ciudad con el dinero de su tío.

¿Será redimible su comportamiento?

Muchas veces se acusa al personaje de Abigail de ser unidimensional, y esa acusación es más bastante acertada (a diferencia de las acusaciones de Abigail). Ella no manifiesta ni una pizca de remordimiento en toda la obra, lo que la hace parecer un demonio con forma humana. Sin embargo, a pesar de ser despiadadas, las acciones de Abigail, son, de alguna manera, entendibles.

En primer lugar, Miller deja entrever un detalle no menor de la infancia de Abigail que nos da una pista de por qué es tan cruel. Cuando era niña, Abigail vio como asesinaban a sus padres. Les cuenta a las demás chicas:

"he visto cómo, sobre la almohada de mi cama, los indios destrozaban las cabezas de mis pobres padres". (I.119)

Un momento. Un momento. Eso es algo muy intenso y retorcido. No nos sorprende que una persona expuesta a semejante brutalidad a una edad tan temprana actúe de manera brutal también. Las despiadadas y manipuladoras técnicas de Abigail también podrían ser resultado de su baja posición social. Le va bastante mal. Es huérfana. Es una adolescente soltera. Y lo peor de todo, en la machista sociedad puritana y patriarcal, es que es mujer. La única que está debajo de ella es la esclava negra, Tituba. Además de todo eso, Isabel Proctor estuvo diciendo en el pueblo que Abigail es vil, lo cual degradó aún más su posición social. Teniendo en cuenta todo esto, es entendible que Abigail aproveche cualquier oportunidad que tenga para adquirir poder.

Abigail histórica

Abigail Williams fue una persona de verdad que efectivamente encabezó un grupo de chicas que veían espíritus e incriminaban brujas en Salem. Sin embargo, la persona histórica era algo diferente al personaje ficticio. Arthur Miller explicó que uno de los descubrimientos que hizo cuando investigaba acerca de los Juicios de Salem encendió su imaginación: Abigail Williams, la precursora y agitadora de la demente caza de brujas, había sido empleada doméstica en la casa de los Proctor durante un tiempo.

Si bien Abigail acusó a Isabel de ser bruja, "con una inusual meticulosidad se negaba a incluir a Juan Proctor, el esposo de Isabel, en sus acusaciones, ignorando los pedidos de los fiscales" (fuente).

Aunque no hay evidencia concreta de que el verdadero Juan Proctor y la verdadera Abigail Williams hayan tenido un romance, Miller no encontró ninguna buena razón por la cual Abigail acusaba con tanta vehemencia a la esposa y no al marido. Así pues, Arthur Miller se tomó ciertas libertades creativas con su personaje para que la relación entre sexualidad y política fuera más dramática.

Sin embargo, en realidad, Abigail Williams tenía solo 11 años en la época de los juicios a las brujas... por lo que uno puede solidarizarse más con su personaje y ver a Juan Proctor como un hombre aún más repulsivo. ¿O acaso prueba que Abigail es un pequeño demonio y Juan Proctor un pobre inocente? ¿Qué piensan?