Únfer

Únfer, un guerrero de la tribu danesa, cuestiona las jactancias de Beowulf y las afirmaciones que hace sobre sí mismo. Cuando Beowulf aparece listo para luchar contra Gréndel, Únfer cuenta una historia que escuchó sobre la competencia de natación que Beowulf tuvo con Breca, e insinúa que Beowulf perdió. Beowulf corrige la historia, pero no parece afirmar haberle ganado a Breca, lo cual sugiere que Únfer podría tener razón en cuanto algunos de los detalles. Luego Beowulf le pone el dedo en la llaga a Únfer recordándole que él no fue capaz de derrotar a Gréndel, por lo que no tiene derecho a hablar. Beowulf dice:

"Yo te digo en verdad, oh hijo de Éklaf / que poco quebranto el pérfido Gréndel / le habría causado a tu buen soberano / poco daño en el Hérot, si fuera tan grande / tu arrojo y valor como afirmas tú mismo." (590–594)

Leyendo estos versos, nos damos cuenta de que no basta con saber que otro podría estar exagerando sus hazañas. Si no hay ninguna proeza que puedas firmar como propia, es preferible que guardes silencio.

Aunque, en realidad, no es cierto que Únfer no sea famoso por nada. Sí lo conocen por algo: matar a sus hermanos. Así es, Beowulf le recuerda a Únfer: "Tú sí mataste a tus propios hermanos / cercanos parientes" (587–588). En una cultura guerrera basada en los vínculos de lealtad entre tribus, clanes y familias, el fratricidio (matar a un hermano) es uno de los peores crímenes posibles. Por lo tanto, Únfer es un ejemplo de todo lo que no debe ser un miembro de una tribu medieval. No tarda en buscar fallas a los otros, pero él no es conocido por haber hecho nada grandioso. Es listo e ingenioso, pero mató a sus propios familiares.

A pesar de estas cualidades terriblemente negativas, el narrador sí da crédito a Únfer cuando lo merece. Únfer es listo y generoso, y además le presta a Beowulf su famosa espada, Estacón, para que con ella combata a la madre de Gréndel. Como ya sabemos, la espada no funciona en contra del demonio, pero Únfer no sabía que eso fuera a pasar.