Casas
Nomás por el título de la novela sabemos que las casas tienen importancia. Todo el plan de venganza de Heathcliff concluye con su apropiación de las dos casas. Si bien Cumbres Borrascosas es una historia de amor, son las casas de lo que Heathcliff busca apoderarse; su plan no es recuperar a Catalina ni robársela a Eduardo.
Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos se presentan en contraposición en varios sentidos. (Ver la sección "Dobles y antítesis"). Cumbres carece de hospitalidad y de la comodidad hogareña: las sillas no están a mano, hay carne colgando del techo y la cocina, al igual que las visitas (que no son bienvenidas), pareciera tener que ocultarse: "yo no vi cocina, o mejor dicho no vi signos de que en el enorme lugar se guisase nada" (1.10). El nombre "Cumbres Borrascosas", tal como nos explica Lockwood, "traducía bien los rigores que allí desencadenaba el viento cuando había tempestad" (1.8). Por el contrario, la Granja de los Tordos representa la finura, la buena clase, la cultura y los buenos modales. Es la casa a la que Catalina aspira socialmente; la casa que la hará una "dama". Cumbres se encuentra expuesta en una cumbre tormentosa, pero la Granja es tranquila y está protegida por un valle.
A pesar de ello, estas marcadas contraposiciones temáticas se vuelven confusas con las alocadas mezclas que se dan en la novela. Al principio de la historia vemos que Heathcliff es dueño de las dos propiedades. Pero cuando Lockwood nota las inscripciones que dicen "Hareton Earnshaw" arriba de las puertas nos enteramos de que la familia ha perdido la casa; se han incumplido las leyes de sucesión familiar. (Cabe recordar que si bien el señor Earnshaw adoptó a Heathcliff, nunca le pusieron Heathcliff Earnshaw). Uno de nuestros objetivos como lectores es descubrir cómo sucedió esto.