La naturaleza, el clima y los páramos
Los páramos, silvestres y desolados, se contraponen a los dramáticos acontecimientos que transcurren en las dos casas. Pero así como percibimos esta onda temática de contraposición entre naturaleza y cultura, Cumbres Borrascosas (la casa) guarda una estrecha relación con la naturaleza, por lo cual, en realidad, no se contraponen totalmente. Tal como explica Lockwood al principio de la novela: "Cumbres Borrascosas en el dialecto local (…) traducía bien los rigores que allí desencadenaba el viento cuando había tempestad" (1). Traducción: llévate un abrigo.
Pero los páramos tienen significados distintos según la persona. Para Lockwood, consisten en una confusa extensión que se le hace prácticamente imposible de recorrer solo. Se pierde en ellos, especialmente cuando nieva. Los ve como un "ondulante mar de nieve" (3.63) repleto de hoyos, depresiones, elevaciones y profundos pantanos. Para algunos, las zonas pantanosas de los páramos pueden implicar la muerte. Cuando Heathcliff encierra a Elena y a Cati en Cumbres Borrascosas, hace circular el rumor en Gimmerton de que las dos se han "ahogado en el pantano del Caballo Negro" y que él las rescató (28.2).
Pero así como los páramos representan una amenaza y un peligro, están llenos de misterio y misticismo. Son fuente de consuelo y un respiro del ambiente carcelario de Cumbres Borrascosas. Para Catalina y Heathcliff, los páramos son una región sobrenatural, liberadora y sin límites: sienten que la libertad plena se asocia con merodear en ellos, y a menudo describen su amor y su identidad personal con metáforas de la naturaleza. El deseo de Catalina al morir (que la dejen en los páramos) refuerza la analogía que hace Heathcliff de ella cuando dice que es un roble sujetado por las restricciones de la Granja de los Tordos:
[Catalina:] "Quisiera estar al aire libre, ser una niña fuerte y salvaje […] Y yo volvería a ser la de siempre si me hallase de nuevo entre los matorrales y los pantanos! Abre otra vez la ventana de par en par […]." (12.36)
Tanto Catalina como Heathcliff tienen una fuerte identificación con la rebeldía y la brutalidad de la naturaleza. Inclusive, Catalina justifica su matrimonio con Eduardo Linton comparándolo con el mundo natural:
"Mi afecto por Linton es como las hojas de los árboles, y bien sé que cambiará con el tiempo, pero mi cariño a Heathcliff es como las rocas del fondo de la tierra, que permanecen eternamente iguales sin cambiar jamás. Es un afecto del que no puedo prescindir." (9.101)
El aspecto de Heathcliff da lugar a infinitas comparaciones con la naturaleza: es una "cuenca minera" en comparación con el "hermoso valle" que representa Linton (8.44). Sin embargo, Brontë no establece una contraposición marcada entre la naturaleza y la civilización. En primer lugar, porque la vida en Cumbres no es precisamente civilizada, y en segundo lugar, porque el nombre de la casa en sí refleja su entorno.
Al igual que su madre, Cati ansía escaparse de los confines de la casa para irse a jugar a los páramos, por lo cual Hareton se gana su confianza de a poquito haciéndole un tour guiado de ciertas características naturales de la zona campestre que los rodea y "mostrándole todos los secretos de la 'Cueva Encantada'" (18.62).