Dobles y antítesis
¿Por qué la existencia de todos esos dobles y antítesis en la novela? Cumbres Borrascosas y la Granja de los Tordos, civilización y naturaleza, Eduardo Linton y Heathcliff son sólo algunas de las antítesis. El árbol familiar es bastante simétrico, pero las familias se mezclan y la contraposición entre las casas se vuelve claramente marcada. De los varios dobles de la novela, Catalina y Heathcliff conforman el más importante; su amor se fundamenta en el hecho de que son gemelos en espíritu. Al respecto, cabe recordar la confesión que le hace Catalina a Elena en cuanto a que no se puede casar con Heathcliff porque, según explica, "hay más de mí en él que en mí misma. No sé qué composición tendrán nuestras almas, pero sea de lo que sea, la suya es igual a la mía, y en cambio la de Eduardo es tan diferente como el rayo lo es de la luz de la luna, o la nieve de la llama" (9.92). Y concluye con una de las frases más memorables de la novela: "¡Elena, yo soy Heathcliff!" (9.101).
Heathcliff no es el único doble de Catalina: también está su hija, la otra Catalina, más conocida como Cati. Todo esto puede llegar a ser muy confuso y nos hace preguntarnos: ¿es que no se les ocurrieron otros nombres? Hay muchos Linton y Earnshaw y hasta varios personajes con el nombre Heathcliff, aunque a uno solo le dicen Heathcliff y nada más (como Prince o Madonna). Hay dos Hareton Earnshaw, pero uno es de muchos años atrás, del 1500.
Y Hareton Earnshaw es precisamente otro doble de Heathcliff: tanto el uno como el otro fueron rebajados a una posición servil y privados de la educación por el despiadado amo de la casa. A Heathcliff le sale la vena vengativa justamente con Hareton, pues en vez de compadecerse del joven por la falta de una figura paterna compasiva en su vida, repite con él el mismo trato despiadado que recibió del padre de Hareton, Hindley.
Entre los varios ejemplos de repetición que encontramos en la trama, las escenas con las dos Catalinas y sus respectivos pretendientes, Eduardo Linton y Linton Heathcliff, revelan que tanto la madre como la hija son egoístas y valientes y se permiten todo tipo de excesos. Analicemos brevemente la repetición en dos escenas.
En la primera, Catalina le propina un puñetazo en la oreja a Eduardo. Cuando el joven intenta irse de Cumbres Borrascosas, ella lo manipula con total ingenio, gritándole: "No [...] No te vayas todavía, Eduardo. Siéntate, no me dejes en este estado de ánimo. Pasaría una noche horrible y no quiero sufrir por causa tuya" (8.77). Unos instantes después, Eduardo le propone matrimonio, y Catalina acepta.
Unos veinte años más tarde, Cati empuja a Linton Heathcliff tras una pelea por sus padres. Si bien le pide disculpas, también le echa la culpa a él, que es exactamente lo mismo que su madre hizo con Eduardo. No quiere irse de Cumbres Borrascosas con cargo de consciencia por lo ocurrido: "No quiero volver a casa con el pensamiento de haberte hecho daño. ¡Contéstame!" (23.49). Al igual que la madre, la hija no sabe controlar su temperamento pero tampoco se hace cargo de sus actos.