Claudio

Claudio es el rey actual de Dinamarca. Está casado con la esposa de su hermano muerto, Gertrudis, lo que le hace ser el tío y el padrastro de Hamlet. Claudio se convierte en el objeto de la cruzada de Hamlet cuando el joven príncipe se entera de que Claudio mató a su padre.

Claudio y la alusión bíblica

¿Cómo mata Claudio a su hermano? Derramando veneno en la oreja del viejo Rey Hamlet mientras éste dormía pacíficamente en su jardín. La historia suena familiar, ¿verdad? Claudio es, en más de una ocasión, muy parecido a Caín, la figura bíblica conocida por cometer el primer homicidio al matar a su hermano Abel, en el libro del Génesis. Hasta Claudio admite que su “…culpa es atroz. Su hedor sube hasta el cielo, llevando consigo la maldición más terrible, la muerte de un hermano” (3.3.3). Claudio, entonces, es la figura central en cuanto al tema de las relaciones de “Familia” en la obra.

El asesinato de Claudio en el jardín también recuerda a la historia bíblica del otoño. El Fantasma (del viejo Hamlet) dice “la serpiente que mordió a tu padre [el de Hamlet] hoy ciñe su corona” (1.5.8). El Fantasma también dice que “Sí, aquel incestuoso, aquel monstruo adúltero, valiéndose de su talento diabólico, valiéndose de traidoras dádivas... ¡Oh! ¡Talento y dádivas malditas que tanto poder tenéis para seducir!...Supo inclinar a su deshonesto apetito la voluntad de la Reina, mi esposa, que yo creía tan llena de virtud”. Mmm… Pareciera que el Fantasma está comparando a Claudio con la infame serpiente que sedujo a Eva en el Jardín del Edén. (Hablamos más sobre los jardines en “Simbolismo, imaginería y alegorías” léete esa sección).

Claudio y el reinado

Claudio también es notable por lo que dice acerca de la monarquía y el poder. “Mal hombre, pero buen rey” sería una buena evaluación académica del carácter de Claudio. No hay duda de que Claudio es malo: si fuera bueno, no habría matado a su hermano ni se habría casado con su esposa. Como el mismo dice, tiene que convencer a los nobles de la corte para aceptar esa boda completamente bizarra y probablemente pecaminosa.

Aparte de haberse robado la corona y la esposa, Claudio trata de evadir diplomáticamente la guerra contra Noruega y mantiene a los miembros de la corte (menos a Hamlet) bajo control. Debemos saber que el problema entre Dinamarca y Noruega comenzó cuando el viejo Rey Hamlet acepta el reto de duelo que le hace el viejo Rey de Noruega, cuyo ganador se quedaría con algunas de las tierras del perdedor. Claro, el viejo Hamlet ganó el duelo, pero su voluntad para apostar de esa forma parte de su reino sugiere que no era el tan excelente rey que su hijo recuerda. En todo caso, Claudio limpia ese desastre persuadiendo al hijo del viejo Rey de Noruega (Fortinbras) para que no ataque a Dinamarca a cambio de regresar el territorio perdido.

Después, en la obra, la forma en que Claudio maneja la rebelión de Laertes es bastante impresionante. Aunque a punta de espada, Claudio se las arregla para calmar al chico y convencerlo de que es inocente de la muerte de Polonius. Su palacio es invadido por los seguidores de Laertes, y aun así, Claudio resulta victorioso y mantiene su corona.

Claudio como un gobernador maquiavélico

Se dice a menudo que Claudio (al igual que muchos de los reyes shakesperianos, como Richard III, por ejemplo) recuerda a los gobernantes maquiavélicos. (Nota: Niccolò Maquiavelo escribió El Príncipe, una guía para que los príncipes se mantuvieran en el poder). Las ideas de Maquiavelo eran controversiales, pero su libro (publicado en 1532) fue popular en los tiempos de Shakespeare. De acuerdo a la teoría maquiavélica, ser un gobernador exitoso no tiene nada que ver con ser una buena persona o hacer lo correcto. Está, más bien, más cerca de la inventiva personal, el carisma, la voluntad y la manipulación.

Al parecer las mismas características que hacen de Claudio una mala persona, son las mismas que lo mantienen en el poder. No tiene reparos para manipular a la gente y es un egoísta sin perdón. La hipocresía a penas molesta a Claudio: pretende ser un padrastro amoroso con Hamlet, pero igual lo quiere ver muerto. Claudio no permite que su consciencia se interponga entre él y lo que hay que hacer. También permite que Gertrudis beba un vino envenenado; el vino, claro está, era para Hamlet, pero prefirió ver a su esposa muerta, que echar por la borda sus planes; prefiere decir: “Gertrudis, no lo bebas” a decir “Gertrudis, no lo bebas pase lo que pase, porque está envenenado, y era para matar a tu propio hijo, y bueno, prefiero verlo a él muerto que a ti, no voy a permitir que te mueras nada más por ser una despreciable persona”.