El bosque y lo salvaje
Para la gente del pueblo, el bosque es lo desconocido. Está fuera del pueblo, está lleno de amerindios y criaturas aterradoras, y, lo peor de todo, es tierra de nadie. En el pueblo, reinan la ley y la religión; en el bosque, la pasión y emoción.
Observamos esto cuando el narrador compara el estado de marginación de Hester con el bosque: “Sin guía ni regla de ninguna clase [Hester] había estado vagando en una especie de desierto espiritual; tan vasto, tan intrincado, tan sombrío y selvático como aquel bosque…” (18.2). En otros términos, a Hester la expulsan de las reglas y del orden del pueblo, la obligan a vivir en un bosque metafórico: un terreno salvaje en el que los límites de lo correcto y lo incorrecto son imprecisos.
Por supuesto, la pequeña cabaña de Hester está "en los alrededores del pueblo... fuera del ámbito de la actividad social que ya marcó los hábitos de los inmigrantes" (5.4)
En el Bosque
Pero, mientras que los puritanos parecen sentir terror por el bosque, el narrador no. De hecho, el narrador asocia la naturaleza con la bondad y el amor desde el comienzo de la historia, cuando el rosal nos recuerda que "el corazón profundo de la naturaleza podría compadecerse de él y demostrarle amabilidad." (1.2)
No es que todos los bosques son toda dulzura y luz. Pueden ser peligrosos también. Después de un par de horas en el bosque con Hester, Dimmesdale se pone tan malicioso que apenas puede contenerse de susurrar "una discusión irrebatible sobre la inmortalidad del alma humana". (¡Qué horror!) (20.7) Pero tenemos la sensación de que el narrador quiere que esto ocurra.
O presten atención al arroyo en el que juega Pearl:
Todos estos árboles y estas rocas de granito parecían destinados a hacer un misterio del curso de este arroyuelo, temiendo quizá que su incesante locuacidad revelase las historias de la antigua selva de donde fluía o reflejara sus revelaciones en la tranquila superficie del lago. Constantemente, en efecto, mientras el arroyuelo continuaba deslizándose hacia adelante, dejaba oír un murmullo suave, apacible y tranquilo, pero lleno de melancolía, como la voz de un niño que pasa los primeros años sin jugar y no sabe lo que es estar alegre por vivir entre conocidos tristes y acontecimientos aún más tristes. (16.23)
Puede ser ingenuo, pero es un niño triste, un niño que no sabe jugar. (¿como Pearl?) Aquí, el bosque parece representar la posibilidad: esa parte de la naturaleza humana que no puede ser aplastada y golpeada hasta ser sometida. Es un lugar donde el alma puede ser libre, con todas sus pasiones desenfrenadas, ideas absurdas y pesares secretos; es un lugar para que Hester y Dimmesdale se encuentren en "solidad, y amor, y angustia" (22.6), donde pueden conocerse en profundidad.
Si la vida en el pueblo es todo superficie y apariencias y reglas, la vida en el bosque es todo profundidad y emoción. Y no puedes vivir así, no puedes vivir en el bosque. Pero, sin duda, puedes visitarlo de vez en cuando.