Pearl, la hija de Hester
Si quieres saber sobre Pearl como persona, consulta el análisis de su personaje. Pero ella es tanto un símbolo como un personaje por derecho propio: representa el precio del pecado y la posibilidad de redención.
Hester le pone Pearl (que significa "perla" en español) a su hija porque la considera de "gran valor —comprada con todo lo que ella tenía— ¡el único tesoro de su madre!" (6.1). La "perla de gran valor" hace referencia al Evangelio según San Mateo: "El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas y, al encontrar una de gran valor, vendió todo lo que tenía y la compró" (fuente).
Por un lado, Hester ama a Pearl justamente por todo lo que tuvo que sufrir para tenerla: no solo al dar luz (un riesgo inmenso para cualquier mujer de alrededor de la década de 1900), pero también porque ella es una eterna marginada. Por Pearl, abandonó todo: su reputación, su comunidad e incluso su religión. Pearl, además, termina siendo "la perla de gran valor" de Dimmesdale. Cuando por fin la reconoce, abandona su vida... pero, a cambio, obtiene el perdón de Dios. (Es decir, lo suponemos; en realidad, Dios no aparece en esta novela.)
Mucho simbolismo para que se aferre una niñita. Y creemos que el momento clave de Pearl como símbolo, incluso Pearl como personaje, es cuando deja de ser un símbolo. Cuando besa a su padre moribundo, sus lágrimas se convierten en una promesa de "ser una mujer" en el mundo, ya no un símbolo de pecado (y posiblemente gracia), sino una mujer verdadera que está viva y respira.