La puerta de la prisión
Después de la pequeña introducción de la aduana, Hawthborne nos deja justo en medio de la comunidad puritana, en una puerta "construida con mucho roble y adornada con tachones de hierro" (1.1).
Bueno, es la puerta de una cárcel. No esperabas algo sacado de una pintura de Thomas Kinkade, ¿no?
Eso no es todo, por cierto. Nuestro narrador continúa describiéndola y dice que nunca conoció "una era de juventud", es decir, inocencia (1.2). Solo 15 o 20 años después de que fue construida, ya "tiene marcas del tiempo y otras indicaciones de edad" (1.2); tiene "un frente sombrío y de cejas muy pobladas" (1.2); y enfrente de esta hay un terreno lleno de malezas que suenan bien, como "bardana, hierbas de corral y otras llamadas apple-pern" (1.2).
Y también está el rosal. Si la prisión representa la justicia severa de los puritanos, que en verdad lo hace, entonces ese rosal sorprendente representa la amabilidad y el perdón. La puerta de hierro es todo lo que es estricto e implacable en la sociedad puritana, mientras que el rosal parece representar el concepto de "gracia" o perdón. Para los cristianos, la gracia es "misericordia no merecida": el perdón de los pecados aunque este no se merezca, algo parecido a cuando perdonas a tu novio por olvidarse del aniversario a pesar de que no se lo merece en absoluto.
Como la cárcel es un lugar de oscuridad y pecado, la belleza de un rosal silvestre que crece en un lugar tan inesperado simboliza la gracia de Dios. Al empezar por esta puerta fea y el rosal hermoso, Hawthorne nos hace saber que estos temas de la justicia versus la misericordia, el castigo versus el perdón y el juicio versus la gracia van a ser muy importantes.