Max Vandenburg

Max Vandenburg

El judío luchador

Max tiene tan solo veintidós años cuando aparece en escena como "el luchador" (capítulos 23,26 y 28). Al principio, su edad sorprende un poco, porque parece un viejo. Luego, nos enteramos de que cuando tenía la edad de Liesel y Rudy, era "el boxeador judío" (Capítulo 31). Esto también puede parecer sorprendente, porque Max ya se siente derrotado cuando lo conocemos. Pensándolo bien, vemos a este chico pelear duro a lo largo de la novela. Dos años de clandestinidad y hambre requieren una gran lucha y resistencia.

Incluso en la calle Himmel, en el seno de la bondad de su nueva familia, lo vemos luchar de todas las formas posibles. Como ahora está atrapado en el sótano, la mayor parte de estas batallas se libran en su imaginación. Lo vemos luchar contra los nazis cuando pinta las páginas de Mein Kampf y escribe sus propias historias sobre las palabras de Hitler. Aunque esto pueda parecer insignificante en el contexto más amplio, Max lucha con las herramientas que tiene a su alcance. Para Max, sobrevivir es un acto de resistencia contra Hitler. Al final, el espíritu de lucha de Max, gana la pelea. Max sobrevive a Dachau y al Holocausto. Cuando él y Liesel viven un feliz reencuentro, es casi como si el luchador le diera un puñetazo en la cara a Hitler.

Max y la culpa del sobreviviente

Para Max, este periodo está lleno de sentimientos encontrados. Uno de los más intensos es la culpa. Antes de llegar a la calle Himmel está lleno de culpa. Su compañero de lucha, Walter Kugler, es un soldado alemán conscripto, pero que se ofrece para ocultar a Max de todos modos. Max se ve forzado a abandonar a su familia. Y aunque su madre y los otros lo obligan a marcharse, él no puede perdonarse haberlos abandonado. Cuando Walter le comunica que su familia ha desaparecido, Max se siente incluso más culpable por seguir con vida. Es muy probable que su familia haya sido llevada a un campo de concentración. A Max le cuesta vivir sabiendo esto.

Mientras camina por la calle Himmel, su sentimiento de culpa aumenta. Ahora se siente egoísta por poner en riesgo la vida de los Hubermann. Cuando por fin llega a conocerlos y a apreciarlos, su nivel de culpa llega a un nivel máximo. Por fortuna, el placer que siente por su compañía deja este sentimiento en un segundo plano. Max concentra sus energías en crear una obra de arte que no solo sirva como una forma de escape a su situación de encierro, sino que alegre la vida de aquellos que lo rodean.