Helmholtz Watson
Helmholtz Watson es como el George Clooney de Un Mundo Feliz. En otras palabras, Helmholtz es “EL” hombre con mayúsculas. La primera vez que lo vemos, está rechazando sexo grupal con tres mujeres. Tiene la belleza, la inteligencia y la rebeldía de James Dean. Además de eso, es un artista torturado, oscuro y misterioso.
Claro que Helmholtz es demasiado superficial para ser nuestro protagonista, pero es un buen ejemplo. Como tal, Helmholtz siempre existe en relación con alguien más, primero con Bernard y luego con John. Vamos a ver primero la relación con Bernard. Es un terreno irregular para ambos. Bernard es inseguro, así de que estar con alguien tan competente como Helmholtz estresa su de por sí su afectado ego. Helmholtz, por su parte, es tan afianzado que se siente avergonzado por las limitaciones de su amigo. En “Roles del personaje” hablamos bastante de sus diferencias, ya que son dos hombres que actúan en contraste el uno del otro. Por ahora, es suficiente decir que Helmholtz tiene valentía en sus convicciones, mientras que Bernard es un completo papanatas.
La relación entre Helmholtz y John, sin embargo, es algo completamente distinto. Estos son iguales. Comparten una pasión, la curiosidad intelectual y la intensa apreciación por el arte. Bueno, casi. Está ese incidente incómodo donde Helmholtz se ríe de Romeo y Julieta, pero bueno, nadie es perfecto. Después de todo, también fue condicionado como todos los demás en el Estado Mundial.
La gran pregunta es si Helmholtz puede sobreponerse a su condicionamiento y convertirse, realmente, en un hombre libre. Recordemos que definitivamente tiene sus limitaciones. No puede imaginarse escribiendo acerca del amor, de los celos, de la familia, o de todas esas “obscenidades” que hay en Shakespeare. Pero él sigue insistiendo en que puede encontrar otros temas para escribir, temas que no sean incompatibles con su forma de ver el mundo pero que sean apasionados, emocionales, intensos y violentos. Los Controladores del Mundo le dicen que eso no existe. “…Si fuese algo parecido a Otelo, nadie lo entendería, por más nuevo que fuese. Y si fuese nuevo, no podría parecerse a Otelo”.
Pero Helmholtz no se inmuta. De hecho se aferra al único pilar pasional, emocional, intenso y violento que le queda, a pesar de su condicionamiento y la horrible limitación de sus emociones y conocimiento: el clima. Pero vas a tener que leer “Simbolismo, imaginería y alegorías” para ver más de este tema.