Henry Foster

Henry es la versión masculina de Fanny Crowne. Es nuestra ventana hacia la vida típica de la casta superior masculina viviendo en el Estado Mundial. Pero más que todo, Henry está obsesionado con los números. Cuando lo conocemos en el criadero, Henry explica con detalles espantosos, la forma en que funciona el condicionamiento. No es un momento agradable, y lo que se nos queda en la mente es lo matemático que es todo. El nacimiento y el crecimiento, algo tan natural y bello para nosotros, ha sido modificado para hacerlo científico y exacto. Y es Henry quien nos recuerda esto, una y otra vez. Hasta cuando Lenina va a unírsele en el helicóptero, vemos que “cuatro minutos tarde [es] todo lo que comenta”, y cuando ven el cohete rojo, Henry dice que está “siete minutos adelantado”. El hombre está obsesionado con la precisión. 

Encaja, entonces, que Henry sea uno de los mejores personajes condicionados en Un Mundo Feliz. Está cómodo con la regla de que todo el mundo pertenezca a todo el mundo, con gusto comparte a Lenina, aunque él haya estado con ella por meses. Toma soma y S.P.V (Sucedáneo de Pasión Violenta) para resolver cualquier infelicidad persistente, y le gusta bastante el entretenimiento insípido y sin vida que ofrece el Estado Mundial (sensoramas, golf con obstáculos). 

Más perturbador aún que el alcance de su condicionamiento, es su completa consciencia de ello. Henry sabe todo acerca del control científico, pero aun así se mantiene impasible. Sabe que la felicidad es falsa y artificial, pero está contento. Sabe que el estatus de su casta en realidad no es más que el de un Epsilon, pero igual le gusta y se regodea en ella. 

Claro, estos aspectos del personaje de Henry hacen más interesante ver momentáneamente, su descanso del personaje, por así decirlo. Mientras no parece estar en contra de la promiscuidad, notamos que ha sido esencialmente monógamo con Lenina por cuatro meses al comienzo de la novela (de hecho sabemos que Lenina no ha estado con nadie más, pero no estamos seguros de Henry. Por otra parte, como el sexo parece ser una actividad nocturna rutinaria, es poco probable que Henry tenga un encuentro con alguna otra mujer en la tarde). 

También está el momento del helicóptero, cuando ve humo de cadáver saliendo de las chimeneas del crematorio. Se pregunta en voz alta (y en un tono “melancólico” por lo menos) si habría sido un Alfa o un Epsilon. Henry parece por un momento tener una vaga noción de humanidad, al menos lo suficiente como para sentir incomodidad con la idea de que haya cuerpos quemándose. Su siguiente observación es bastante animada, se fuerza a él mismo a ser feliz a pesar de sus instintos. Así que quizá haya esperanza, hasta para Henry. Pero no cuentes con ello a corto plazo.