Mustafá Mond
Mustafá pasa casi todo su tiempo leyendo, dando discursos, dialogando o simplemente parloteando con todo el mundo. Este tipo lo que hace es hablar, así que no nos sorprende que Huxley resalte la calidad de su voz. Veamos cómo introduce al personaje: “‘Los resultados eran terribles’. Una voz grave y resonante había intervenido inesperadamente en la conversación”.
Antes de conocer quién es y cómo es, primero nos hablan de su voz. Poco después nos mencionan una “voz fuerte y grave”, y el hecho de que “provocó un extraño escalofrío en los diafragmas”. La siguiente aparición de Mustafá es por teléfono, cuando Bernard oye “la profunda y resonante voz de Mustafá Mond”. Pero el momento más importante es en el capítulo dieciséis, cuando Huxley manda el mensaje: “La voz vibró de forma emocionante, los gestos de la mano implicaban el espacio y la embestida de la irresistible maquinaria. El discurso de Mustafá Mond fue dicho casi bajo estándares sintéticos.”
En resumidas cuentas… ¡Ajá! Ahora sí vemos la conexión. Las voces tienden a lavar los cerebros y a controlar las fuerzas en Un Mundo Feliz, comenzando con el tranquilizador auditorio hipnopédico para la juventud, las cajas musicales, la voz usada para calmar las revueltas en el capítulo quince. Como Mustafá es un Controlador del mundo, tiene sentido que personalmente encarne uno de los instrumentos claves para ese control.
Pero más interesante aún, son los pocos pasajes claves donde Mustafá no está hablando. En particular, tenemos en mente la parte en el capítulo doce cuando momentáneamente saltamos a Mustafá leyendo un trabajo de biología, acerca de tener un propósito y la toma de decisiones, que no podrá ser publicado. Nos damos cuenta de que siente admiración por el trabajo –lo que tiene sentido, viniendo de alguien que fue científico- pero en realidad no duda un segundo en tirarlo a la basura. Lo más que vemos en la forma de rebeldía interna es un suspiro y la idea de que la vida es mucho más divertida si uno no tuviera que pensar acerca de la felicidad.
En el capítulo dieciséis la novela va con Mustafá justo donde lo dejamos en el capítulo doce. Mustafá declara que “La felicidad es un patrón muy duro, especialmente la felicidad de los demás”. ¿Entonces por qué, oh por qué, este físico estrella eligió abandonar la ciencia, la verdad, la belleza y la religión, todo en nombre de la felicidad de la gente?
Esta es una excelente pregunta, tan excelente que cuando Helmholtz se la pregunta directamente, Mustafá no sabe qué responder. Explica la elección que le fue encomendada, pero no explica por qué tomo su decisión. Esto significa que tendremos que especular. Si Mustafá elige el poder político por sobre la verdad científica, esto quiere decir que sufre de los mismos valores equívocos de Bernard (el poder y el estatus son más importantes que la verdad y la belleza). O podrías decir que Mustafá cree genuinamente en el sistema del Estado Mundial, que no compromete sus valores, que más bien pelea por ellos.
La otra gran pregunta de Mustafá es acerca de la libertad. Cada ciudadano del Estado Mundial, según él, va por la vida en una botella. Los Alfa tienen una botella más grande, pero igual siguen encerrados. Entonces ¿qué hay con Mustafá? ¿Él es su propia y enorme botella? Cuando piensas en el hecho de que Mustafá le “sirve” a la felicidad, una “tarea muy difícil”, no suena como si estuviera demasiado liberado. Por otra parte, explícitamente declara que, desde que tiene la oportunidad de crear las reglas, también tiene la oportunidad de romperlas. Pareciera, que, de nuevo, tendremos que especular.