Catalina Earnshaw Linton
El primer vistazo breve que tenemos de Catalina Earnshaw se da en las páginas de su diario: "sentencias aisladas (…) retazos de un diario mal pergeñado por la torpe mano de un niño" (3.4). Poco después, conocemos a su espíritu, que ansía volver a entrar a Cumbres Borrascosas (3.7). Así pues, a Catalina la envuelve un halo de misterio desde el principio. A diferencia de Heathcliff, nunca llegamos a conocerla, ya que murió mucho antes de que comience la historia.
Todo lo que llegamos a saber de Catalina lo filtra Elena Dean, quien, para nuestra sorpresa, no le lleva tantos años. Si bien Elena atiende a Catalina hasta el día de su muerte (y luego cuida a su hija, la segunda Catalina), no siempre habla de ella con mucho afecto. Según parece, Elena resulta ser el único personaje que intenta ponerle los puntos sobre las íes a Catalina, como lo hace al cuestionarle su lógica absurda para casarse con Eduardo. Elena admite en varias ocasiones la irritación inmensa que le generaba la joven. A medida que transcurre la historia, vemos a Catalina como una rebelde revoltosa y aventurera, y la única Earnshaw aparte de su padre a la que le importa algo de Heathcliff. Pero Brontë no la hace simple y sencillamente la niñita salvaje amante de la naturaleza de la que lee Lockwood: Catalina es también una trepadora bien consciente de las clases sociales cuyo matrimonio termina destrozando a Heathcliff.
Básicamente, la muchacha se divide en dos: Catalina Earnshaw y Catalina Linton. (Aunque también fantasea con una tercera, Catalina Heathcliff (3.4), la cual su hija termina siendo al final de la novela). Estas dos Catalinas son muy distintas: una es de Heathcliff y la otra es de Eduardo. Pero aun cuando la Earnshaw pasa a ser Linton, guarda rastros de la Catalina anterior. Heathcliff extraña a Catalina Earnshaw; su decisión de casarse con Eduardo implica que ella y él nunca estarán juntos, como cuando eran niños. La elección de marido que hace Catalina marca un punto de inflexión en la novela: le cambia el destino a todos y une las dos casas (la Granja y Cumbres Borrascosas).
Durante el tiempo que dura su recuperación en la Granja de los Tordos, a Catalina la transforman en una jovencita civilizada y lista para casarse, por lo que vuelve a Cumbres Borrascosas hecha una verdadera dama. Ésta es la futura Catalina Linton: una señora de la casa privilegiada a la que se le conceden todos los gustos.
En un momento, Elena explica que Eduardo, que está embobado con Catalina, casi que le teme a su esposa: está siempre procurando no herir su susceptibilidad ni contradecirla. A pesar de ser él de una clase social más alta, la idolatra. Su belleza y su rebeldía lo atraen por ser rasgos tan distintos de lo que ha vivido hasta ahora. Y no nos olvidemos de que la pareja se hace oficial tras un golpetazo que le da ella… cosa que marca la pauta de cómo será la relación, ¿o no? Eduardo hasta deja al desagradable de Heathcliff merodear la Granja luego de haberse casado con Catalina con tal de que ella esté contenta.
Ahora bien, en realidad, Heathcliff tampoco le echa en cara a Catalina su accionar, aunque su obsesión con la venganza en efecto indica que sus motivaciones van más allá de querer satisfacer las necesidades de ella. Aun así, los recuerdos de una infancia rebelde juntos, registrados en el "diario" de Catalina, son unos de los poquísimos momentos de verdadera amistad, unidad e intimidad en la historia. Las primeras páginas de la novela describen el cariño infantil de Catalina y Heathcliff, así como el esfuerzo que hacían por sobrevivir los ataques de ira de Hindley y los despotriques del loco de José. Las casi 250 páginas siguientes muestran a los dos personajes obsesionados por una nostalgia que los persigue con esos breves y fugaces momentos de alegría.
Todo cambia cuando Catalina se casa con Eduardo: no solo se compromete en lo romántico con otro hombre, sino que además deja Cumbres Borrascosas y eleva su clase social hacia un nivel que a Heathcliff le resulta totalmente inalcanzable. Si bien la esencia de su amor no cambia, sí lo hacen su estructura y su apariencia. Catalina cree que puede ayudar a Heathcliff a escaparse de Hindley con el dinero de Eduardo. Heathcliff ve el casamiento como un rechazo hacia él y la entrega plena hacia una vida completamente nueva. En su lecho de muerte, Catalina delira recordando los momentos de idilio que vivió con Heathcliff y que ahora se encuentran en un pasado lejano.
Si bien Catalina tiene importancia en la historia (pues a fin de cuentas, Heathcliff está dispuesto a morir por ella), aparece nada más que en la mitad de la novela. Es más un espíritu, una fijación y un recuerdo que un personaje al que llegamos a conocer bien. Sepultada entre Eduardo y Heathcliff, Catalina está en la muerte, al igual que en su vida, varada entre medio de dos amantes. Y al final, ¿a cuál de los dos hombres le fue más fiel?