Lockwood

Lockwood es el narrador principal, pero si leemos con atención, veremos que suele equivocarse al emitir juicios sobre las situaciones. El lector se dará cuenta enseguida de que también hay que tomar con pinzas las interpretaciones de este informante obtuso y poco confiable.

Su interacción con los perros de Heathcliff (el "ejército" de "hasta seis demonios en cuatro patas" (1.20) y sus presunciones erróneas acerca de quién es quién en Cumbres Borrascosas revelan cierta ineptitud de su parte ya desde el principio. Como narrador, su función es contarnos lo que ve, pero también presentar temas de transgresión, confusión y distanciamiento. (Ver "Simbolismo, Imágenes, Alegorías"). A fin de cuentas, el nombre "Lockwood" connota la imagen una puerta trabada, realidad con la que él mismo se enfrenta en varias ocasiones, tanto literalmente como metafóricamente. Enseguida se empieza a sentir "a disgusto en aquel agradable círculo familiar" y le da a entender al lector que este grupo de parientes no es exactamente la tribu de Brady.

Nunca llegamos a conocer mucho la personalidad de Lockwood. Sí nos confía su impulso de "hundirse en sí mismo como un caracol" en respuesta a situaciones incómodas (1.16), y sabemos que una vez, cuando estaba de vacaciones en la costa, se echó para atrás en una relación con una muchachita que era una diosa. Para poder conocer a este narrador aunque sea mínimamente, tenemos que comparar su propias interpretaciones de los hechos con las nuestras (lo cual se hace difícil, ya que él es nuestra fuente de información) o bien evaluar las pocas acciones en las que participa.

Ejemplo prominente: su reacción ante la persistencia del espíritu de Catalina en la ventana durante su escalofriante noche en la cama de tablas:

El horror me hizo obrar cruelmente, y al no lograr desasirme de la niña, apreté los puños contra el corte de cristal hasta que la sangre brotó y empapó las sábanas [. . .]. (3.50)

¿Maltrato cruel o buenos reflejos? Sea como fuere, pareciera que Lockwood no es para nada ajeno a la violencia. Luego pasa el resto de la novela intentando comprender qué nos dice esta escena acerca de los habitantes (muertos y vivos) de Cumbres Borrascosas, pero aun así nunca vuelve a mencionarla. Su torpeza se ve confirmada tras su regreso al día siguiente, cuando no logra ubicarse en los páramos. Tal vez Brontë nos esté queriendo decir que Lockwood no es bueno para negociar situaciones difíciles. Y no nos olvidemos de sus ridículas presunciones acerca de las posibilidades amorosas con Cati. ¡¿Estará hablando en serio?!