Hareton Earnshaw
Si bien el nombre tiene un gran significado en la historia (¿se acuerdan de esa inscripción del 1500 que Lockwood ve encima de la puerta de Cumbres Borrascosas?), este hijo de Hindley y Francisca nace con grandes desventajas. La mamá murió cuando era bebé y el papá estaba tan ocupado bebiendo y maltratando a la gente que no le importaba nada de él. El pobre Hareton pasa a ser víctima de la necesidad de venganza del resto.
Heathcliff trata a Hareton como Hindley lo trataba a él: como a un obrero torpe y sin educación indigno de todo privilegio familiar. Y a Hareton no le ayuda su extraño parecido a Catalina: tiene los ojos de su tía, a quien se parece muchísimo más que su propia hija.
Desde luego, termina siendo el beneficiario del final feliz de la novela: se queda con la chica y con la casa y aprende a leer. Por eso, logra trascender el cruel maltrato de su tío y pasa de ser un bruto analfabeto a ser un amigo amable y compasivo (y al final, el amor) de Cati Heathcliff. Desde un punto de vista, Hareton redime a la familia Earnshaw rompiendo el patrón de maltrato con el que le criaron, recuperando la propiedad y convirtiéndose simplemente en un muchachito íntegro y decente. Cati Heathcliff se enamora de él porque tiene la sensación que debajo de su exterior duro, Hareton siente compasión. La naturaleza de su amor es bien distinta de la del de Catalina y Heathcliff: no se caracteriza por el melodrama y el maltrato si no por la bondad y la serenidad.