Japón

Gulliver tarda mucho tiempo en localizar las diferentes islas imaginarias que visita: Brobdingnag está en el Pacífico, entre California y Japón. Liliput está frente a las costas de la tierra de Van Diemen, lo que ahora llamamos Tasmania. Pero el único sitio que Gulliver visita en realidad durante sus viajes, al menos el único lugar real que no es Inglaterra, es Japón. Durante el tiempo en el que Gulliver planea su ruta de regreso a casa desde Laputa, viaja de Laputa a Balnibarbi, el continente debajo de ésta, y luego hacia noreste a la isla de Luggnagg, y luego al noreste otra vez rumbo a Japón. De Japón, Gulliver logra llegar a Inglaterra haciéndose pasar por un comerciante holandés (recuerda que estudió medicina en la Universidad de Leiden, en Holanda, así que domina el holandés). Pero, ¿por qué Japón?

No podemos saberlo con seguridad, pero podemos imaginar un par de razones históricas: una puede ser que el verdadero objeto de crítica aquí no son los japoneses sino los holandeses. Luego del inicio del shogunato Tokugawa a comienzos del siglo diecisiete, Japón cerró sus fronteras a todos los comerciantes europeos, excepto los holandeses. Es más, a los holandeses se les permitía vivir en un pequeño enclave al sureste de Nagasaki, en la isla de Kyushu.

Japón representa para Swift un lugar útil para sacar el comportamiento holandés de contexto y criticarlo sin tener que dar el grado de descripción que ofrece para todos los lugares imaginarios. A Gulliver, el mismo Japón le parece del todo misterioso: es la única tierra donde no hace ningún esfuerzo por aprender el idioma. Su paso por este país dura ni más ni menos que un párrafo en la Tercera Parte del Capítulo 11. Haciéndose pasar por un holandés víctima de un naufragio, Gulliver usa la carta de presentaciób del rey luggnaggiano para pedir al emperador de Japón derecho a viajar a "Nangasac", que suponemos se trata de Nagasaki, para reunirse con sus compatriotas.

La rapidez con la que Gulliver pasa de un país real, Japón, a seguir contando historias de países inventados, puede hacer hincapié en que el objetivo de la sátira de Swift está más cerca de su tierra. En medio de una abundancia de narraciones de viaje que cuentan historias sobre el comportamiento extraño y excéntrico de los extranjeros, Swift dice a los europeos en general y a los ingleses en particular: "¡Ja! ¿Te parecen muy extraños? Mira tus propias costumbres. Eso sí que es raro".

Hablando de Japón, no podemos olvidar que la manera en la que Gulliver es abandonado y luego llevado a Laputa se debe a un desacuerdo con piratas japoneses. De hecho, muchos piratas de los mares del sur son japoneses, aunque el apogeo de la piratería japonesa fue un poco antes de la época de Swift, a fines del siglo dieciséis. Los piratas japoneses constituían un verdadero peligro para los comerciantes portugueses, holandeses y chinos frente a las costas de China y el Sudeste de Asia. Entonces, aquí vemos un poco del extraño realismo verdadero que imita el realismo falso de las observaciones de Gulliver acerca de Liliput, Brobdingnag, etc. Es como si estuviera jugando con nosotros: leemos con toda tranquilidad, pensando que todo lo que estamos descubriendo es ficción y de repente nos topamos con una parte de algún hecho histórico. Tal vez así, Swift nos está recordando que sigue habiendo mucho de verdad en su sátira, aunque parezca que todo es inventado.

¿Por qué parece que a Swift no le caen muy bien los holandeses?

La pregunta es, ¿por qué parece que Swift detesta tanto a la gente de Holanda? Después de todo, no es solamente la Tercera Parte del Capítulo 11 la que contiene relatos bastante desagradables acerca de los holandeses. También está aquél holandés malicioso de la Tercera Parte del Capítulo 1.

¿Y qué hay sobre ese sentimiento antiholandés que expresa Gulliver? Gulliver le pide al emperador de Japón un permiso especial para no tener que pisar una cruz. El emperador de Japón accede, como favor al rey de Luggnagg, protector de Gulliver. Pero el hecho que Gulliver no quiera hollar el crucifijo hace que el emperador de Japón empiece a "sospechar que más bien había de ser cristiano" (3.11.4) y no holandés. Se le ocurren dos cosas: ser cristiano y ser holandés deben ser mutuamente excluyentes. Y cuando Gulliver llega a "Nangasac" haciéndose pasar por comerciante holandés, todos sus supuestos compatriotas holandeses no dejan de preguntarle si ya holló el crucifijo (3.11.5).

La oposición que Gulliver insinúa entre cristianos y holandeses es clave para esta sátira en particular. Como representante de una iglesia nacional, el anglicanismo, Swift no estaba de acuerdo con la política holandesa de la libertad de religión (fuente: Robert Greenberg, Editor, Los viajes de Gulliver. Nueva York: Norton, 1961, 128). Por supuesto, podía estar en contra de las guerras entre países basadas en el catolicismo contra el protestantismo, pero eso no significaba que pensara que el estado no debe reconocer la fe nacional en el cristianismo. Así que toda esta extraña situación de pisotear la cruz, la representación simbólica de Jesús, podía ser una protesta contra la política holandesa de no proteger al cristianismo de manera explícita como su sistema de creencias nacional.